lunes, 18 de marzo de 2024

Benjamin Moser: Sontag. Vida y obra

 Idioma original: inglés
Título original: Sontag
Traducción: Rita Da Costa
Año de publicación: 2020
Valoración: Casi imprescindible

Vida y obra. El subtítulo explicativo (ausente en el título original) podría parecer innecesario, pero hay que poner al lector en antecedentes, que nos enfrentamos a ochocientas veinticinco páginas (intercalo suspiro melancólico al no atisbar futura TochoWeek en que encajar esta reseña) y no es cuestión de sentirse engañados ni un segundo. Por si no la conocemos o no entendemos el contexto, la de la portada es Susan Sontag y esta es - sin menosprecio de otras - una biografía completa y exhaustiva que recorre su existencia en lo personal y en lo literario.

Aunque quizás debiéramos decir "en lo intelectual". Si bien en este blog tardamos algo en prestarle atención, y uno quizás especularía si no fue acaso por esa avasalladora imagen de pensadora aplicada a muchos campos y a muchos canales no siempre estrictamente literarios. Porque Sontag, ensayista, novelista, periodista, reportera, es una figura capital de la escena cultural norteamericana prácticamente a lo largo de cualquier década de su existencia adulta. Y Benjamin Moser, ya tocaba mencionar al autor, acomete en estas páginas un estudio profundo y secuencial de su carrera. Un dato: los agradecimientos y las notas para documentar todas las referencias representan unas ciento veinte páginas de este volumen. Un trabajo descomunal que le reportó a su autor un merecido Pulitzer (un premio de esos que aún mantienen prestigio). 

En cualquier caso, es muy de agradecer que a Moser no se le nubla el juicio al acometer un proyecto tan ambicioso. Lejos de representar una rendición constante, Moser indaga y usa testimonios de primera mano y las reverencias están cuando se justifican. Sontag mantuvo una obra en público pero su existencia fue objeto de mucho seguimiento y especulación. Sus volúmenes de diarios, a los que Moser accedió, aportan, aunque no siempre de una forma clara y directa, información adicional sobre aspectos de su vida personal, que por capilaridad asomaban en su obra. Porque Sontag no se limitó a aportar su contribución literaria, a la que la lectura de este libro empuja irremisiblementem, sino que contribuyó con su decidida existencia: mujer en un mundo, el comunicativo, monopolizado por los hombres, estandarte de una sexualidad libre y desinhibida, aunque hubiera de pagar el peaje de la época y mantuviera ocultas sus relaciones sentimentales, la última de ellas con la célebre fotógrafa Annie Leibovitz.

Primorosamente escrita y reportada, esta biografía muestra igualmente sus flaquezas, que no sabremos nunca si fueron causa o consecuencia de su turbulenta personalidad, marcada tanto por su poderoso atractivo físico como por su capacidad intelectual, una erudición no siempre asequible al público medio, la de una voraz lectora y una persona con una enorme preocupación por lo que pasaba a su alrededor, que le llevó a manifestarse de forma muy contundente en lo político. Pero Moser no solo escribe sobre la intelectual de izquierdas que incomodaba por su valentía y su determinación. También lo hace sobre una mujer impetuosa y visceral que no encajaba en los estereotipos que se esperaban de ella. De una persona que a veces sometía a la gente que la rodeaba a situaciones difíciles por lo tormentoso que podía ser, ocasionalmente, su caracter. Hay capítulos enteros dedicados casi a analizar psicológicamente cómo su inquietud y su actitud hacia el mundo dificultaron sus relaciones con su madre, con sus parejas de ambos géneros, cómo ella misma puso en tela de juicio si había sido una buena madre para su hijo, el también escritor David Rieff. Sontag no es una hagiografía y esto se agradece. Quizás porque a estas alturas el lector ya dispone de muchos canales de consulta y contraste. Ello tampoco lo convierte en una especie de recorrido dramatizado que busque desmitificar. Todo está allí de forma transparente y objetiva, y leerlo es un gran placer que desboca nuestra curiosidad.

domingo, 17 de marzo de 2024

Laura Piñero: Aquellos años accidentales

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2023

Valoración: Recomendable


Resulta que ahora, al mismo tiempo que se reivindica a las divas del franquismo como mujeres empoderadas y adelantadas a su tiempo, se menosprecia la Movida madrileña, y la eclosión musical y cultural de principios de los años 80 queda apenas en un bluff, de igual forma que ciertos cambios que en otro orden hasta hace poco se consideraron históricos (y véase qué prudentemente esquivo entrar en detalles). Todo está sujeto a revisión, y las valoraciones que tradicionalmente se daban por incuestionables sufren de pronto una voltereta completa. Desde luego es muy sano poner en tela de juicio las certezas, pero su desmantelamiento tampoco tiene por sí mismo que conducirnos a la verdad.

Pero no nos pongamos tan trascendentes, aquí hablamos de música, de gente que muchas veces no sabía tocar ni cantar, pero estaban locos por hacer cosas nuevas, por romper esquemas, divertirse y provocar, de aventuras discográficas, intentos ingenuos por hacerse escuchar, y crear con más o menos fortuna sin pensar en nada más. Ahí surge un auténtico tsunami de grupos (grupos, sí, esa cosa que muchos chavales hoy día ni siquiera conciben), formados por gente muy joven que a veces se reparte por sorteo los instrumentos, o se deciden a cantar por primera vez en su vida. La Movida, Madrid, fue el lugar más vistoso de la erupción, aunque ni mucho menos el único.

Como editar un disco era algo casi inalcanzable y las multinacionales despreciaban a toda esta horda de muchachos herederos del punk y su entorno (los despreciaban hasta que empezaron a ver que podían generar negocio), algunos se decidieron a montárselo por su cuenta, levantando pequeñas discográficas independientes donde autoeditarse y publicar a algunos colegas o grupos que les gustaban. Todo empieza como un juego, una aventura sin más objeto que ver tu música en un vinilo expuesto en la estantería de la tienda. DRO es el sello creado a partir del grupo de pop electrónico liderado por Servando Carballar, sobre cuya historia pivota el extenso libro de Laura Piñero.

No fue la única independiente, ni siquiera la más antigua, pero por circunstancias terminó por absorber o fusionarse con otras dos de las más importantes, Grabaciones Accidentales (GASA) y Twins. De este trío (más alguna otra, como Tres Cipreses, absorbida poco antes, y Nuevos Medios, a la que casi ni se menciona) salió la gran mayoría de grupos que rompieron esquemas a principios de los 80, prácticamente todos los que pueden venirnos a la cabeza ahora mismo. Y lógicamente la empresa, en principio totalmente amateur, se fue transformando en algo cada vez más grande y más profesional. El éxito, en el que inicialmente nadie pensaba, empezó poco a poco a hacerse realidad, y todo fue tomando la forma de un proyecto importante, cada vez mejor relacionado con las radiofórmulas, con un modelo de gestión más o menos homologable a cualquier empresa, y medios para lanzar comercialmente a sus artistas. Artistas, por cierto, progresivamente menos contestatarios y más proclives a encabezar listas comerciales, coleccionar discos de platino y llenar estadios, aunque seguramente sin abandonar del todo la apuesta por una música en los márgenes de lo puramente comercial.

El libro, como creo que ya he apuntado, tiene unas generosas quinientas páginas, y muestra más trabajo de campo que elaboración back office. Se presenta como una sucesión de numerosas entrevistas con multitud de personajes (artistas, productores, diseñadores, periodistas musicales, distribuidores) que cuentan su experiencia en o alrededor de DRO, sus primeros éxitos o fracasos, las grabaciones en estudios mejor o peor montados, los conciertos y las peripecias para sacar tiradas de discos o hacerlos llegar a las tiendas. Muchos nombres, muchas anécdotas y muchísima música que parece que vayamos escuchando según nos hablan de todo ello. 

Me parece que la exposición peca de cierto desorden y de la voluntad de no dejar fuera a nadie (nadie que haya tenido alguna relación con el sello), y tampoco creo que aporte demasiados datos que no fueran ya conocidos, de manera que lo que queda, más que información es un sedimento, la sensación de haber explorado un poco las tripas de aquel mundillo musical. En mi opinión personal el interés del libro va poco a poco decreciendo, en parte por exceso de volumen, pero sobre todo porque también va disminuyendo el atractivo de lo que se está contando. A mí al menos me atrae mucho más saber de la explosión de bandas y sellos discográficos de los primeros 80 con toda su ingenua vitalidad, su espontaneidad y desparpajo, que el rumbo a la fama de grupos que unos años más tarde encontraron el camino mucho más transitable. Pero bueno, la trayectoria posterior del sello y sus voces destacadas más recientes lo dejamos para quien se anime con la lectura.

En todo caso, es un libro entretenido y a veces interesante. Y, por si despierta alguna curiosidad, y ya que no he citado a nadie hasta ahora, ahí van algunos de los muchos grupos que con más o menos protagonismo, desfilan por sus páginas: Aviador Dro, Siniestro Total, Nacha Pop, Los Nikis, Os Resentidos, La Dama se Esconde (todos con pasado en DRO), Esclarecidos, Décima Víctima, Derribos Arias, Duncan Dhu (GASA), Gabinete Caligari, Parálisis Permanente, Loquillo (Tres Cipreses), más los artistas extranjeros que llegaron de la mano sobre todo de GASA, como Wim Mertens o Anna Domino. Más recientes, Celtas Cortos, Platero y Fito, Rosendo, Extremoduro. Alguno os gustará, digo yo ¿Que no es suficiente? Pues buceando en el libro podemos encontrar unos cuantos más, muchos, de verdad, para disfrute de los fans y culturilla musical del público en general. 


sábado, 16 de marzo de 2024

Raimon Casellas: Las cañadas indómitas

Idioma original: Catalán
Título original: Els sots feréstecs
Año de publicación (por entregas): 1899
Año de publicación (íntegra): 1901
Valoración: Está bien

Raimon Casellas (1855-1910) fue crítico de arte, periodista y narrador. Els sots feréstecs, su única novela, es la primera en aplicar los preceptos estéticos del modernismo catalán. 

Sigue los pasos del padre Llàtzer, un capellán exiliado a una iglesia de la zona del Figueró y Montmany por las autoridades católicas. Su pecado: «la dèria de fer reviure un savi dels segles morts, (...) furgar la sepultura dels seus llibres, (...) dir que la veritat del món era allí dins, (...) voler d'un hertge fer-ne un sant» (pg. 159). 

Llàtzer, hombre idealista, intentará redimir a los lugareños, gente pobre y  taciturna embrutecida por su mísera existencia. Sin embargo, el ambiente claustrofóbico de su nuevo entorno, la hostilidad de su parroquia y la llegada de una prostituta llamada La Rodasoques provocarán al religioso una crisis de valores e incluso un fatídico desenlace.

Clásico catalán por antonomasia, traducido incluso al español e inglés, Els sots feréstecs supone a la postre una lectura deliciosa, sobre todo para interesados. Sin embargo, presenta múltiples defectos, debido a que originalmente se publicó por entregas, a que supuso la primera (y última, recordemos) incursión de Casellas en la narrativa larga y a que la estética modernista ha quedado totalmente desfasada a día de hoy.

Listemos brevemente los defectos antes mencionados:

  • Su prosa es lenta, espesa y excesivamente descriptiva.
  • Su argumento es tan lineal como esquemáticos los conflictos que lo salpican, sobre todo para los estándares actuales. La lucha entre el bien y el mal, el individuo y la multitud o el hombre y la naturaleza se suelen explorar actualmente con mayor grisalla.
  • Los personajes representados acusan cierto maniqueísmo y obran de manera exagerada (por ejemplo, el padre Llàtzer es dado a emitir parlamentos).
  • El conjunto se antoja repetitivo. Entiendo que Casellas quiera que calen sus ideas, y que la narrativa de entonces era más enfática que la actual. Sin embargo, tanto volver constantemente sobre los mismos acontecimientos o reflexiones llega a abrumar al lector e incluso provoca que pasajes genuinamente potentes pierdan efectividad.
  • Hay episodios que no aportan gran cosa a la trama, pese al foco engañoso que les dan algunos capítulos enteramente dedicados a ellos. Sucede con el pasado de los criados del rector, con la caída del porquero de l'Ensulcida y, sobre todo, con la introducción de l’Aleix de les Tòfones. 
  • Los personajes antes mentados son bastante superfluos e incluso, en algunos casos, contraintuitivos. L'Aleix, de hecho, tras el primer capítulo, desaparece y no vuelve a hacer acto de presencia hasta prácticamente el clímax, donde emerge de forma esporádica. ¿Acaso hacía falta para encarnar el embrutecimiento de su gente? Entiendo que la Rodasoques, la prostituta que llega a la zona y consigue influenciar a los lugareños, sea diferenciada del resto; sin embargo, que l'Aleix se distinga de una masa que Casellas trata de representar como homogénea me chirría sobremanera.

Por otro lado, las virtudes que le he encontrado a Els sots feréstecs serían las siguientes: 

  • Resulta un documento valiosísimo en lo que a la literatura modernista catalana respecta, dado que se puede considerar una obra fundacional.
  • Pese a su factura totalmente añeja y su desalentadora repetitividad, una vez se le coje el truco se lee en una sentada.
  • Pese a que emplea un léxico completamente anticuado («cabòria», «bosquerols», «rònega», «pollancre», «bagassa»...), además de onomatopeyas y ruralismos varios, resulta fácil de comprender gracias al contexto que dan las oraciones.
  • Su simbolismo es bastante nítido. La naturaleza funciona como telón de fondo a la par que ilustra los diversos temas de la novela. Por otra parte, La Rodasoques es retratada adecuadamente como una amenaza a la salvación espiritual de la parroquia de Llàtzer.
  • La plasticidad de sus imágenes es asombrosa. Me gustan, por ejemplo, aquéllas empleadas para retratar paisajes, atmósferas o fenómenos meteorológicos. Aunque mis favoritas, por su creatividad y precisión, se limitan a describir colores. Cito un par de ellas: «La pols, la humitat, la terra, que ho cobrien tot, donaven a les imatges i als trofeus el to descolorit i fastigós de les coses enterrades... Les retorçades columnes, esculturades de raïms i de caps d’àngel, que un dia foren tot d’or, ara ensenyaven un pam de floridura, com malaltes d’un mal lleig.» (pg. 46) / «Quasi tots duien uns trajos balders, fets d’una roba de vellut obscura, fosca, però destenyida pel frec de la brossa i dels terrossos, així… com d’un to dubtós, que primer hagués sigut negre i després s’hagués tornat d’ala de mosca i hagués acabat per ser de color de gos quan fuig…» (pg. 52)

En resumen: vale la pena descubrir Els sots feréstecs en tanto que obra fundacional del modernismo catalán. Ciertamente, no es el clásico de la época que mejor ha envejecido, pero afrontarlo tampoco supone un tormento. Creo que incluso lo hubiera disfrutado de joven, de haberlo tenido como lectura obligatoria en la asignatura de Lengua y Literatura.

Ah, sabed que la edición que yo he catado, de Lapislàtzuli, tiene una ilustración de cubierta estupenda. Aunque me sorprende que en ella aparezca l’Aleix, personaje que, como he comentado antes, me parece bastante prescindible.

viernes, 15 de marzo de 2024

Rosario Castellanos: Balún Canán

Idioma original: español
Año de publicación: 1957
Valoración: Muy recomendable

Hace poco reseñaba por aquí Huasipungo, de Jorge Icaza, unánimemente considerada como una de las cumbres del género de la novela indigenista: un subgénero específicamente hispanoamericano, aunque vinculable con el más abarcador concepto de realismo social, cuyo objetivo esencial es denunciar la explotación y la deshumanización de las poblaciones indígenas americanas. La novela que reseño hoy, Balún Canán, de Rosario Castellanos (una de las escritoras fundamentales de la literatura mexicana del XX, a pesar de ser mucho menos conocida que sus homólogos masculinos), es en cierto modo una continuación de esa reseña, ya que se trata de una novela que mezcla el espíritu de la novela indigenista, con el contexto de la novela de la revolución mexicana, y con una estructura que, al menos parcialmente, se podría vincular con la novela de formación o bildungsroman

Vayamos por partes, como diría Jack el Destripador.

La novela se divide en tres secciones: la primera y la tercera están narradas en primera persona por una niña, hija de una familia de terratenientes mexicanos en el periodo de la revolución mexicana. A través de la voz y de los ojos inocentes de la niña (más inocentes en la primera sección que en la tercera) vamos oyendo hablar de las "noticias" que llegan, de los cambios que se avecinan, aunque nunca se use la palabra "revolución" para designarlos. Asistimos también a la tierna relación entre la niña y su nana, una mujer india a la que el resto de los personajes blancos desprecian.

En la segunda sección, que narra la estancia de la familia en sus posesiones Chactajal para intentar pacificar a los indios y vigilar la cosecha, la voz narradora pasa a ser la de una tercera persona omnisciente, y la visión transita de unos personajes a otros: César, el patriarca de la familia, autoritario y machista; Zoraida, su mujer, cuyo desprecio a los indios es incluso superior al de su marido; Ernesto, sobrino bastardo de la familia, inseguro y envidioso, quien es arrastrado a Chactajal para ejercer de maestro (una profesión que ni desea ni está preparado para cumplir)... y en el otro lado, los indios, capitaneados por Felipe, quien ha aprendido de primera mano en la capital de México lo que significa la revolución y la libertad, y está dispuesto a lograr acabar con las opresiones seculares de los indígenas, y que cuenta, para ello, con el aval y la protección del nuevo gobierno revolucionario de Cárdenas.

En la tercera sección, la familia de terratenientes ha sido expulsada de Chactajal por los indios, y debe volver a Comitán, mientras espera (a lo Kafka o Godot) a que el gobernador se digne recibir a César y escuchar sus reclamaciones. En esta tercera sección volvemos a ver el mundo a través de los ojos de la hija de la familia, y el tema central pasa a ser la perpetuación de la estirpe, amenazada a causa de una maldición que supuestamente se cierne sobre la vida de Mario, el único hijo varón.

Aunque el punto de vista y el núcleo de la narrativa sea la familia de los terratenientes (representación literaria de la familia de la propia escritora), y aunque el contexto histórico de la acción permita vincular Balún Canán con la larga tradición de "novelas de la revolución mexicana", creo que también se puede percibir en ella el impulso de la novela indigenista (aunque sus tintes más naturalistas) del Huasipungo que mencionaba al principio. En primer lugar, por la presencia del personaje de la "nana", criada y aya indígena a la que la narradora de la primera y tercera partes se siente íntimamente unida (no así el resto de su familia, y en particular su madre, Zoraida); y también porque en la segunda parte cobra particular relevancia la lucha de los indios por sus derechos, sobre todo a través de Felipe, el único personaje al que podemos considerar heroico: un indio "empoderado", que ha tomado consciencia de su dignidad y sus derechos, y está dispuesto a todo por hacerlos valer.

Con todo, una descripción de estos elementos constitutivos (la novela de la revolución, la novela indigenista, o también la novela de aprendizaje, si tomamos separadamente las partes primera y tercera) no estaría completa sin mencionar la delicadeza y belleza con la que está escrita la obra. Destacan, aquí, algunos capítulos que funcionarían casi como relatos independientes, en los que se escuchan historias o leyendas de las criadas indígenas, llenas de diablos y bestias y seres maléficos que parecen surgidos de un cuento de Lovecraft. Copio una de ellas, y con esto me callo, que la reseña ya va larga, y más vale leer a Rosario Castellanos que leerme a mí:

—Dicen que hay en el monte un animal llamado dzulúm. Todas las noches sale a recorrer sus dominios. Llega donde está la leona con sus cachorros y ella le entrega los despojos del becerro que acaba de destrozar. El dzulúm se los apropia pero no los come, pues no se mueve por hambre sino por voluntad de mando. Los tigres corren haciendo crujir la hojarasca cuando olfatean su presencia. Los rebaños amanecen diezmados y los monos, que no tienen vergüenza, aúllan de miedo entre la copa de los árboles.

—¿Y cómo es el dzulúm?

—Nadie lo ha visto y ha vivido después. Pero yo tengo para mí que es muy hermoso, porque hasta las personas de razón le pagan tributo.

Estamos en la cocina. El rescoldo late apenas bajo el copo de ceniza. La llama de la vela nos dice por dónde anda volando el viento. Las criadas se sobresaltan cuando retumba, lejos, un trueno. La nana continúa hablando.

—Una vez, hace ya mucho tiempo, estábamos todos en Chactajal. Tus abuelos recogieron a una huérfana a la que daban trato de hija. Se llamaba Angélica. Era como una vara de azucena. Y tan dócil y sumisa con sus mayores. Y tan apacible y considerada para nosotros, los que la servíamos. Le abundaban los enamorados. Pero ella como que los miraba menos o como que estaba esperando a otro. Así se iban los días. Hasta que una mañana amaneció la novedad de que el dzulúm andaba rondando en los términos de la hacienda. Las señales eran los estragos que dejaba dondequiera. Y un terror que había secado las ubres de todos los animales que estaban criando. Angélica lo supo. Y cuando lo supo tembló como las yeguas de buena raza cuando ven pasar una sombra enfrente de ellas. Desde entonces ya no tuvo sosiego. La labor se le caía de las manos. Perdió su alegría y andaba como buscándola por los rincones. Se levantaba a deshora, a beber agua serenada porque ardía de sed. Tu abuelo pensó que estaba enferma y trajo al mejor curandero de la comarca. El curandero llegó y pidió hablar a solas con ella. Quién sabe qué cosas se dirían. Pero el hombre salió espantado y esa misma noche regresó a su casa, sin despedirse de ninguno. Angélica se iba consumiendo como el pabilo de las velas. En las tardes salía a caminar al campo y regresaba, ya oscuro, con el ruedo del vestido desgarrado por las zarzas. Y cuando le preguntábamos dónde fue, sólo decía que no encontraba el rumbo y nos miraba como pidiendo ayuda. Y todas nos juntábamos a su alrededor sin atinar en lo que había que decirle. Hasta que una vez no volvió.

La nana coge las tenazas y atiza el fogón. Afuera, el aguacero está golpeando las tejas desde hace rato.

—Los indios salieron a buscarla con hachones de ocote. Gritaban y a machetazos abrían su vereda. Iban siguiendo un rastro. Y de repente el rastro se borró. Buscaron días y días. Llevaron a los perros perdigueros. Y nunca hallaron ni un jirón de la ropa de Angélica, ni un resto de su cuerpo.

—¿Se la había llevado el dzulúm?

—Ella lo miró y se fue tras él como hechizada. Y un paso llamó al otro paso y así hasta donde se acaban los caminos. Él iba adelante, bello y poderoso, con su nombre que significa ansia de morir.

jueves, 14 de marzo de 2024

Óscar de Pablo: Sobre la luz (Poesía militante)

Idioma original: español 
Año de publicación: 2014

Valoración: muy recomendable


Lejos de adherirse a una visión etérea de la poesía, Óscar de Pablo la considera simplemente como “un género literario más”, lo que no implica que carezca de las riquezas que la literatura puede ofrecer. Manteniéndose con los pies en la tierra, de Pablo otorga igual importancia al poder reflexivo y emotivo de un poema, e incluso a su aspecto histórico. Profundamente influenciado por Bertolt Brecht, sostiene que la poesía (y el arte en general) debe comprometerse con la crítica social. Emplea su poesía como un vehículo para cuestionar el status quo e integra elementos teatrales y episodios históricos concretos para explorar temáticas de poder, resistencia y dinámica social.

 

Como decía Borges, hablar con palabras abstractas es una forma de la haraganería, mejor les presento algunos de mis versos favoritos, para que se den un quemón.

 

Y así me reconozco:

como el poeta que baja del Parnaso

cara encontrarse en medio de Avenida

Cuauhtémoc, puro y estúpido como recién

nacido, sordo de infinitud, lúcido, quieto,

empezando a entender, en su torpe ternura, el 

mensaje furioso de algún claxon

 

Óscar de Pablo se distingue por su capacidad para entrelazar lo personal con lo colectivo, lo íntimo con lo universal. Además, en sus versos, la historia no solo funciona como la escenografía, sino como un actor vital que dialoga con el presente, permitiendo una crítica de nuestra realidad contemporánea:

 

Centenares de miles. Este martes quisiera pedir

prestado un coche

y llevarte a comer carnitas a Huichapan. Este

martes quisiera, pero es martes

y alguien debe llevarle a Tolomeo III, el llamado

Everjetes, sus miles de elefantes.

 

Y, por su puesto, su activismo político está más que presente en sus versos, algo que puede chocar, o incluso alienar, a aquellos que no comulgan con sus ideas. Pero aún así, no se puede negar su impacto. Por ejemplo, el poema “Sobre la luz”, título que de alguna manera parodia la idea del poeta iluminado, se refiere simplemente a la huelga de una planta hidroeléctrica:

 

y exígele a los ojos de la ciudad

que callen, que enmudezcan de amor los

reflectores, que los tranvías reposen como

rinocerontes

y que la tubería de los cruceros haga

cerrar el chorro tricolor del semáforo. Que se

ponga de pie la presa de Necaxa.

 

Óscar de Pablo, con su obra, nos recuerda que la poesía, lejos de ser un mero adorno, es un acto vital de interrogación, revelación y protesta.

 

Nota: Oscar de Pablo, junto con otros escritores, forma parte de “Brigada para leer en libertad”, la cual pone a disposición en su página web un amplio catálogo de libros gratis, incluyendo el aquí presentado.

miércoles, 13 de marzo de 2024

Paul Auster: Baumgartner

Idioma original: inglés
Título original: Baumgartner
Traducción: Ernest Riera en catalán para Edicions 62 y Benito Gómez Ibáñez en castellano para Seix Barral
Año de publicación: 2023
Valoración: está bien


Me sincero ya de entrada: reseña complicada la de hoy, pues Paul Auster es el autor del que más libros he leído (cerca de veinte, que no son pocos) y, por ello, siento una gran y profunda admiración por su creación literaria. Pero ese amplio conocimiento que tengo sobre su obra también me permite saber reconocer sus grandes libros y sus obras menores y, justamente por ello, la dificultad de esta reseña, pues «Baumgartner» es de los más flojos de lo que he leído del autor últimamente.

Cabe decir que el inicio del libro es prometedor, pues sin grandes alardes Paul Auster demuestra una vez más su talento en la construcción de novelas; no sé cómo consigue meterte tan fácilmente en las historias que narra y es suficiente con un par de páginas para que uno ya imagine el escenario por donde transcurre el relato y sobre lo que piensan y sienten sus protagonistas. Uno lee la escena doméstica con la que empieza el libro y en la que nos introduce a su protagonista absoluto y es fácil imaginársela de manera muy vívida, viéndola de muy cerca, casi sintiéndola porque es indudable que las páginas iniciales de este libro rebosan realidad. 

El autor en seguida nos permite conocer detalles de la vida del protagonista absoluto de la historia: sabemos que Baumgartner es viudo, que vive solo, que a menudo olvida cosas y que está enamorado en secreto de Molly, una repartidora de UPS que desde hace cinco años va a su casa dos o tres veces por semana para entregarle paquetes con libros que ha comprado únicamente con el propósito de verla. Esa parece ser su principal fuente de felicidad, esos breves instantes que le evaden de un presente rodeado de soledad porque sigue teniendo muy presente la que fue su mujer y el día en que una ola en la playa le dio un golpe tan fuerte que acabó con su vida a los cincuenta y ocho años; Baumgartner siente la pérdida, arrebatada de golpe hace diez años, de igual manera como las personas que han pedido un miembro, ahora amputado, porque nos confiesa que siente como si «los miembros perdidos todavía existen, y todavía duelen, hacen tanto daño que a veces parece que su cuerpo está a punto de estallar en llamas y consumirse en el acto». Ese recuerdo siempre presente de Anna envuelve la narración de manera que el autor intercala el presente con grandes episodios de su pasado y la vida compartida entre ambos. Así, a través de los escritos que Anna dejó y que él relee, conocemos su vida, sus pasiones, amores, carácter y forma de pensar; Baumgartner lee para recordarla y también para volver al pasado y la gestión del dolor y la pena por su muerte y se plantea editar sus escritos inéditos porque «la poeta crepitante y efervescente con la que había vivido casi dos tercios de su vida se merecía que la leyera alguien o muchos otros antes que no el saco de huesos decrépito que había estado su marido». 

Escrito en un momento vital del autor en la que transita por el árido mundo de Cancerland (territorio inhóspito en la que el autor y su mujer Siri Hustvedt han descrito el estado en el que Auster se encuentra a causa de su enfermedad) al lector le es difícil disociar la figura de Seymour Baumgartner con la vida personal del autor; hay paralelismos evidentes entre la edad avanzada y ciertas deficiencias físicas o mentales del protagonista con las del propio autor que hacen que en la mente del lector ambos personajes se acerquen y se asemejen, y en ocasiones emociona y conmueve observar a través de Baumgartner lo que el autor debe estar pasando porque hay muchos fragmentos donde uno ve al matrimonio Auster-Hustvedt, él sintiendo como el ocaso de su día aparece en el horizonte mientras mira y admira el talento literario de su mujer (también Auster hace mención la adolescencia de Anna y su físico andrógino y atlético y este reseñista, apasionado admirador de Siri, ve esos mismos rasgos en palabras de la propia Siri describiéndose a ella misma en algunos de sus ensayos autobiográficos o también cuando el protagonista de la historia, recuerda las «cosas grandes y pequeñas que les habían sucedido en aquellos cuarenta años» (recordemos que Auster y Hustvedt llevan juntos el mismo tiempo)) o también cuando Baumgartner quiere escribir un libro titulado «Misterios de la rueda» (claro guiño a «Los misterios del rectángulo», de Hustvedt). Y quién sabe si esta novela es la manera en que Auster, temiendo el peor de los finales posibles, la escribe no únicamente para nosotros, sino también como un canto de amor a quien durante gran parte de su vida ha sido su gran admiración y fuente de inspiración; me da la sensación de que este libro va dedicado a Siri, diciéndole que él ha sido feliz todo este tiempo junto a ella, pero que la vida sigue (y debe seguir) aunque uno de los falte.

De esta manera, la historia se desenvuelve entre un presente transitorio y grandes episodios del pasado de Baumgartner y lo sucedido después de la muerte de Anna donde otras personas entran en su vida que le sirven para recobrar el ánimo, para reilusionarse, a pesar de que es consciente de que, aún y sintiéndose a gusto con otra persona, «la vida que llevará con ella no será una continuación de su vida con Anna sino algo completamente diferente y nueva» en «una oportunidad de volver a empezar». El autor combina la narración en presente, en la que todo fluye a un ritmo pausado, con especialmente muchos recuerdos del pasado que, si bien permiten entender la manera de ser del personaje, hay que reconocer que lastran la narración y la convierten en una lectura excesivamente plana por la que uno avanza rápidamente sin tener o querer detenerse o incluso ralentizar el ritmo para deleitarse con algún pasaje; es a partir de la mitad del libro cuando la narración se vuelca principalmente en el pasado donde pierde gran parte del interés, empatía y solidez alcanzada en la primera mitad; es en esa segunda mitad del libro donde el ritmo se ralentiza, la narración pierde fuelle y la capacidad de Auster en construir historias parece diluirse y a uno le cuesta ver la gran capacidad del autor mostrada en tantos libros pasados; una llanura argumental que pone de manifiesto el gran problema de los libros en los que desde el presente se narran recuerdos del pasado y es que si la historia pasada no te atrapa, si la vida del protagonista no tiene nada de destacable, mientras lees solo vas deseando que la narración vuelva al presente, que vuelvas a un punto de enganche aunque, en este caso, no ocurre muchas veces.

En todo caso, quedémonos con los inicios del libro, quedémonos en ese territorio mental en el que entrevemos al Paul Auster que conocemos, el que sabe construir historias y engrandecer personajes, que hace que parecen reales y los sintamos próximos, sabiendo que no tendrán una vida fácil pues «vivir es sentir dolor (…) y vivir con miedo al dolor es rechazar vivir». Así que arriesguémonos con las lecturas, incluso si no están a la altura de las expectativas, y deseemos que este gran autor recobre su mejor forma física y también literaria.

Encontraréis más reseñas de Paul Auster en ULAD aquí

martes, 12 de marzo de 2024

Arto Paasilinna: El año de la liebre

Idioma original: finés o finlandés

Titulo original: Jäniksen vuosi

Año de publicación: 1975

Traducción: Ursula Ojanen y Juan Carlos Suñén

Valoración:  está bien

Ésta, al parecer. fue la novela que hizo más conocido al escritor y periodista finlandés Arto Paasilinna, uno de los más destacados o, cuando menos prolíficos de su país. La novela, en verddad, resulta bastante sencilla de resumir y, de hecho, con el título y la cubierta de estq edición ya se conoce, a grandes rasgos, de qué trata la trama: el periodista Kaarlo Vatanen, de viaje por el interior de Finlandia junto a un fotógrafo, recoge a una pequeña liebre que han atropellado con el coche. pero en vez de dejarla en cualquier sitio y volver a su vida en helsinki, Vatanen no sólo cura al animal, sino que se la lleva a  un periplo a lo largo y ancho de todo el país, abandonando a su esposa, casa y trabajo. 

Sobrevive llevando a cabo diversos trabajos al aire libre y de paso conoce a multitud de personajes que, salvo alguna excepción le tratan con sorprendente amabilidad, en gran medida por la inusual presencia de la liebre -o también, quizás, porque esa sea la idiosincrasia propia de los finlandeses, no sé-, muchas de estas personas resultan tan peculiares o ma´s que él y el viaje de Vatanen se convierte así en una especie de road trip novel o incluso, en más de un episodio, en una novela picaresca a la manera nórdica. Las excepciones, que aportan un punto de violencia a la narración, vienen de personas vinculadas a la religión, al ejército o a la delincuencia, pero el resto de los personajes con los que se encuentra el protagonista -o los, porque la liebre también lo es- son buena gente.

Este buen rollito deriva hacia una narración en general amable y humorística; de hecho, parece que esta novela fue pionera en lo que en los países nórdicos llaman "humor ecologista", con su reivindicación de la vida sencilla en el entorno natural. Pero que tampoco se espere aquí nadie un despiporre; es verdad que encontramos algunos momentos que derivan hacia un cierto absurdo que casi podríamos calificar de berlanguianos (aunque dudo que este adjetivo exista en finlandés), pero, en general, el humor que encontramos en la novela resulta un poco naïf, "txotxolo" o cándido. Cierto es también que la crítica social que seguramente contienen este libro a mí al menos se me escapa, pero suin duda a los finlandeses les habrá hecho la mar de gracia, puesto que esta novela tuvo gran éxito y ha sido adaptada dos veces al cine. En fin, sin desdeñarla, en absoluto, tampoco es que comprenda del todo tanto renombre, si bien es evidente que hay algunos pasajes de mayor intensidad -el incendio en el bosque, la caza del oso- muy sugestivos y de indudable calidad literaria.  El conjunto, no obstante, a casi 50 años de su publicación y a cuatro mil kilómetros del país donde se desarrolla la acción, quizás se me haya quedado un poco escaso, dejando la sensación de que se podía haber hecho una obra mucho más redonda y compleja, con las mismas premisas (en ese aspecto, me parece algo más interesante la otra novela de Paasilinna que he leído Delicioso suicidio en grupo). Pero si alguien quiere pasar un rato agradable entre bosques y lagos boreales, ésta es una lectura que seguramente le complacerá.

También de este autor y reseñado en Un Libro Al Día: Delicioso suicidio en grupo