jueves, 6 de enero de 2011

Libros, piratería y ley Sinde (y 2)

En la entrada anterior hablé de los motivos para oponerse a la Ley Sinde en concreto, es decir, en su redacción actual; en la de hoy voy a pasar a otro plano más abstracto: al concepto de "derecho de autor", su lugar en la era de internet y los medios a través de los cuales los creadores deben ser recompensados por su trabajo. Aquí confieso que hay cosas que no tengo del todo claras, así que me permitiréis que plantee el asunto en forma de preguntas:

1.- ¿Deben los autores recibir una compensación económica por su trabajo?
Sí. Evidentemente. Se escucha mucho decir que "los músicos viven de los conciertos" o que "muy pocos escritores viven de sus libros", y en muchos casos esto es así; pero esto no quiere decir que esta sea la situación ideal. Crear (escribir, pintar, hacer películas...) no es -o no debería ser- una actividad que uno haga en sus ratos perdidos, en el tiempo que le dejan las clases, la panadería o la oficina. Los artistas, como cualquier otro sector, tienen derecho a ser profesionales, y para ello es preciso diseñar algún sistema que les asegure una compensación por su trabajo.

2.- ¿Deben mantenerse los derechos de autor igual que hasta ahora?
Creo que no. Es decir, en relación con la pregunta anterior, sí creo que debe existir cierta protección legal para los derechos de autor, y que por supuesto los derechos morales de autoría deben seguir respetándose. Pero el concepto y el sistema legal de derechos de autor actual ha quedado claramente desfasado por la aparición de nuevas formas de creación, de autoría, de difusión, de consumo, de relación entre autor y lector. Nunca he entendido, por ejemplo (y a lo mejor hay alguien que me lo puede explicar) esa ley que protege los derechos de distribución de las obras hasta 80 años (¡80 años!) después de la muerte de los autores. Que todavía no se puedan editar libremente las obras de Lorca o de Unamuno, por ejemplo. Ni que esos derechos puedan ser comprados o vendidos como si fueran un "bien material", de manera que, si no me equivoco, Michael Jackson poseía los derechos de las canciones de los Beatles. ¿En qué sentido protege o propicia esa norma la creación de obras artísticas? Creo, en resumen, que debe mantenerse el concepto de "derecho intelectual" sobre la obra, pero replantearse todo lo demás.

3.- ¿Debe ser gratis la cultura?
No creo que la cultura deba ser gratis (véase el punto 1), pero sí creo que las nuevas tecnologías (internet, los ebooks, Spotify, el iPod, iPad y similares) han creado la posibilidad de que la cultura sea más barata, eliminando buena parte de los intermediarios, que son, recordemos, quienes se llevan ahora mismo el 95% del pastel cultural. Probablemente, los distribuidores tradicionales podrían, si quisieran, diseñar modelos de distribución de productos culturales que les permitieran obtener beneficios con un coste mucho menor para el destinatario final, el consumidor. En el caso de los libros, es totalmente incomprensible que los precios de los eBooks que ofrece Libranda, por ejemplo, no sean muchísimo más baratos que sus equivalentes en papel, teniendo en cuenta el ahorro que supone en materiales, almacenamiento, transporte...

4.- ¿Deberían ser ilegales las páginas de enlaces y las descargas?
No, y de hecho, como decía en la entrada de ayer, según los propios jueces la mayoría no lo son. Lo único que es ilegal es lucrarse con la distribución de obras protegidas por derechos de autor, ya sea a través de la publicidad o cobrando por "cuentas Premium" de pago. Por otra parte, en España se aplica desde hace unos años un "canon digital" que teóricamente, o al menos yo lo entiendo así, da derecho a usar tus CD, discos duros, tarjetas de memoria y similares para hacer copias privadas (ojo, privadas) de obras protegidas. Entre el camino recaudatorio (incluido ese inconcebible "canon por préstamo" aplicado a las bibliotecas) y el punitivo (los piratas, a la cárcel), está claro que el primero es el mal menor; lo que es incomprensible es que se pretendan aplicar los dos simultáneamente.

5.- Y entonces, ¿qué hacemos?
Pues es difícil encontrar una solución que satisfaga a los creadores y a los consumidores simultáneamente, y mucho menos a ciertos intermediarios (sociedades de gestión de derechos como CEDRO o la SGAE) cuya existencia depende de la pervivencia del modelo actual. En todo caso, parece claro que siguiendo como hasta ahora, con insultos y maximalismos por parte de todos, no vamos a ninguna parte. Es necesario que aparezcan (o que se desarrollen, porque aparecer, ya han aparecido) nuevos medios de distribución que por un lado ofrezcan productos baratos y de calidad, y por otro respeten y retribuyan los derechos de los creadores. No estoy pidiendo imposibles: ahí están Spotify, iTunes o la venta de libros electrónicos de Amazon para probarlo. En cambio, intentar mantener las estructuras legales y comerciales del siglo XX (o XIX) a base de descalificaciones, juicios e impuestos no va a ser una solución a medio o largo plazo.

Y vosotros, ¿qué pensáis al respecto?

4 comentarios:

Ensada dijo...

Pues a ver. De principio voy a negar algo que se oye hasta la saciedad en los medios por parte de la industria y sus palmeros: "Las descargas ilegales van a acabar con la música/libros/arte". Como decía Obelix: tururú. Lo que puede que acabe será con el negocio de las distribuidoras/copiadoras. Ya se oyen algunos comentarios de que a la vez van a terminar con x puestos de trabajos. También se terminaron en el sector naval y no vi a ningún ministro defendiendo el asunto, ni mucho menos ser nombrado de entre los comités de empresa. De sobra está decir que no me dan pena ninguna, algo los trabajadores que serán despedidos, que al final no serán tantos porqué el 80% serán contratos por obra, o a tiempo parcial, o cualquiera de los otros métodos por los que el empresario español medio aprovecha todos los recovecos que le ofrece la ley de turno para pagar de menos a nada. Así que espabilen o se verán fuera del negocio, negocio que no dejará de existir y que otros mas avispados o más capaces de moldearse a las necesidades del actual mercado, coparan. Los mamuts anclados en el pasado tienden a extinguirse por si mismos, solo a si mismos podrán echar la culpa.

Outra cousa, hacer una copia particular de cualquier obra siempre fue legal, no lo es a partir del puñetero canon. Lo que sí daría una especie de patente de corso es el canon en si. A nadie se le escapa que si ya estás pagando para compensar a las distribuidoras por lo que ellas pierden con las copias piratas, eso te da derecho a hacer las copias piratas que quieras. ¿No las has pagado ya? ¿Porqué si tienes que compartir gastos en un negocio, no compartes beneficios? Aquí podría ir un refrán muy bestia acerca de las corrientes fluviales y las mujeres de vida triste, pero me lo voy a ahorrar, que yo no soy académico :P

Y en lo que yo incidiría, pero que como esta parte no produce ningún beneficio, a nadie le importa, es en la protección de los derechos intelectuales, según tu propia definición. Tengo un familiar fallecido hace más de 80 años. Al señor le gustaba traducir y veo que sus traducciones son usadas a saco por todas las editoriales, sin que ninguna se moleste en atribuir la autoría de la traducción, salvo honrosas excepciones. ¿Se lo digo a la Sinde, a ver si me lo protege con el mismo ímpetu?

Ensada dijo...

¿Y este chisme porqué me ha publicado tres veces el mismo tocho? Soy un manazas XD

Santi dijo...

¡Arreglado! :)

Anónimo dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo. El artista debe vivir, y no precisamente del aire. Pero no puede ser que vivan mejor los intermediarios que él. Y, por cierto, yo también traduzco y sé que los traductores casi no contamos en esto: ni royalties, ni menciones, ni nada de nada. Debe ser que la fama nos precede ("tradutore, traditore").