jueves, 30 de junio de 2011

Siegfried Sassoon: Contraataque


Idioma original: inglés
Título original: Counter-Attack
Año de publicación: 1918
Valoración: Imprescindible

De los llamados war-poets o "poetas de la guerra" (autores ingleses que lucharon en la Primera Guerra Mundial y plasmaron en sus obras la vida en la contienda), Siegfried Sassoon fue sin duda el que más duramente criticó la sinrazón del enfrentamiento y el que con más crudeza describió los horrores vividos en el frente.

Tras renunciar a la Cruz Militar con la que había sido condecorado y verse sometido a un consejo de guerra por la redacción de A soldier’s declaration, carta que fue publicada y leída en el parlamento, en la que denunciaba los horrores vividos y pedía el fin de la contienda, Sassoon fue recluido en una institución mental, donde escribió los poemas que conforman Contraataque.

Estos poemas (que desgraciadamente y a pesar de haber pasado casi un siglo desde que vieron la luz, no han perdido su vigencia) describen la dura vida en las trincheras, el día a día del soldado, lo absurdo de una guerra que parece alargarse eternamente... pero también hablan de las familias de los soldados, que viven orgullosas la misión de sus hijos en el frente mientras desconocen la terrible experiencia que en realidad están viviendo, de las secuelas que ésta deja en el soldado que vuelve y es incapaz de olvidar lo vivido o adaptarse a la vida normal.

Como no podía ser menos, Sassoon dedica varios poemas a criticar con dureza a los medios de comunicación, simples vehículos de propaganda que se olvidan de su verdadera misión, y a los altos mandos militares y políticos, que jugaron con las vidas de los 60 millones de soldados europeos movilizados durante la guerra sin que les importara demasiado si vivían o morían, pendientes única y exclusivamente de los objetivos militares.

Contraataque es un poemario duro y difícil de leer por el horror que desprenden sus palabras, sí, pero también es un gran libro, literariamente hablando, y un testimonio que nadie debería obviar. En estos tiempos, en los que bombardear un país parece ser más sencillo que llegar a un acuerdo para que todos vivamos mejor, todos deberíamos leer un libro como éste y reflexionar sobre el mundo que nos rodea y todo lo que (a pesar del tiempo transcurrido y de todo lo que se supone que hemos avanzado) aún nos queda por aprender.

miércoles, 29 de junio de 2011

Valentín Fuster y José Luis Sampedro: La ciencia y la vida


Idioma original: español
Año de publicación: 2008
Valoración: Está bien

Con esta reseña me gustaría romper una lanza a favor de la palabra. No de la escrita, naturalmente, pues eso ya lo hace este blog, me refiero al placer de conversar, de escuchar lo que alguien explica con calma, recreándose en la pura palabra, sin que le atosigue la impaciencia de los oyentes. Me encanta imaginar esas reuniones en las que los participantes disfrutaban tanto del objeto de la conversación como de su forma, revivir los momentos irrepetibles en que los grandes conversadores tomaban la palabra y que, por el hecho de ser privados, ningún archivo registra; admiro a los ilustres contertulios de finales del S. XIX y principios del XX que no posaban ante ninguna cámara ni esperaban recompensas materiales, sólo el placer de la compañía y del diálogo en sí, y cuya extensa cultura, sabiduría natural, experiencia de la vida o lo que fuere les prestaron su facilidad de palabra. En esto que, por desgracia, ha dejado de ser costumbre y que espero se reanude uno de estos siglos consiste el arte conocido como literatura oral.

Fue en una de esas ocasiones (raras) en las que la gente – todavía – se reúne sólo para hablar dónde se propuso esta obra. Con su lectura he disfrutado del privilegio de escuchar – en primera fila y sin ser vista – a dos hombres preocupados por el presente y el futuro de los valores humanos y por cuestiones filosóficas, científicas, sociales y éticas de vital interés.

Dos personalidades muy distintas pero complementarias (uno con formación social y literaria, el otro con una vertiente más científica y ejercitado en la relación con el paciente), llenas de sensibilidad y con una razonable proporción de idealismo, pondrán sobre la mesa temas tan diversos como la primacía que la globalización adjudica al dinero en detrimento de otros valores, el potencial de los pequeños para influir en la marcha de la historia, la falta de reflexión a que conduce la vida acelerada, la urgente necesidad de humanizar la medicina y de educar tempranamente en la prevención, la actitud necesaria para ser felices, el condicionamiento que sufre constantemente la opinión pública o la creeencia en una vida trascendente.

José Luis Sampedro y Valentín Fuster nos obsequian con el tesoro de su lógica y dan forma con toda sinceridad a unas inquietudes que son las de todos o deberían serlo. Pero al tratarse de un documento exclusivamente oral – ya que ellos sólo hablaron, no escribieron nada –, lo que dicen pierde algo de su esencia desde el momento en que se traslada al papel. Porque lo que no llega a los lectores (elementos no verbales como pausas, entonación, gesticulación, expresiones faciales, fisonomía del entorno) también es imprescindible. Por eso – y aunque lo que ha quedado para la posteridad no carezca de interés –, el texto, por el mero hecho de serlo y sin quitarle el mérito que tiene, mutila de alguna forma la conversación propiamente dicha que tuvo lugar durante tres días en Cardona hace ya cuatro años.

También de Sampedro: La sonrisa etrusca

martes, 28 de junio de 2011

Antonio Muñoz Molina: El jinete polaco


Idioma original: español
Fecha de publicación: 1988
Valoración: Muy recomendable

Hace más de diez años que leí esta magnífica (y muy larga) novela de Antonio Muñoz Molina con la que ganó el premio Planeta en 1991, y pese a que no la haya releído (algo que no suelo hacer), a día de hoy el recuerdo que guardo de ella es nítido y poderoso. Es lo que tienen los libros magistralmente escritos, con historias bien cimentadas, construidas y acabadas, y personajes carismáticos y creíbles casi siempre: el poso que dejan en el recuerdo es poderoso y muy agradable.

El jinete polaco, título que alude a un grabado de la obra del mísmo título de Rembrant (enseguida sabrá el lector a qué se debe esto) contiene un efectivo mosaico de personajes y tramas narrado con pocos diálogos y muchos saltos temporales. La compleja historia que contiene está dividida en tres partes y sus raíces se encuentran en el imaginario pueblo andaluz de Mágina, creación de Antonio Muñoz Molina y sobre el que ha escrito en otras ocasiones.

El protagonista de la obra es Manuel, un traductor simultáneo que estaba deseando salir de su humilde pueblo, pero que con los años deja de renegar de él. Las cuatro generaciones de la familia de Manuel, de la que sabremos progresivamente, están vinculadas irremediablemente con Mágina, pero él prefiere deambular de país en país poniendo de excusa su nómada profesión. Su extraño reencuentro con Nadia, una bella mujer que vivió también en Mágina e hija no deseada de un comandante de apellido Galaz (que ocupará un papel determinante en la novela), harán que Manuel vuelva a unirse mediante el recuerdo y la pesquisa con su tierra natal y las peculiares historias que allí se dieron.

Con saltos temporales frecuentes (y algo caóticos) conoceremos un buen catálogo de interesantes personajes de Mágina e iremos desentrañando una trama menos laberíntica de lo que parece y a la que no hay que renunciar por mucho que el libro, en un primer momento, pueda parecernos muy largo y denso. El secreto consiste en dejarse conquistar por el estilo rico y apasionado de Molina y por la magia, nuna mejor dicho, de Mágina.

También de Muñoz Molina en ULAD: El viento de la lunaPlenilunioTodo lo que era sólido

lunes, 27 de junio de 2011

Sergio Oiarzabal: Traductor de sueños por Babilonia

Idioma original: español
Año de publicación: 2010
Valoración: que lo digan los lectores

Sé que muchos de los que hacemos Un libro al día nos hemos estado reprimiendo para no escribir esta reseña para que no se nos acuse de "conflicto de intereses". Porque entre los colaboradores de este blog están los editores de Masmédula, la editorial que lo publica; porque varios de nosotros estuvimos implicados en su publicación; y porque como ya dije cuando reseñé Delicatessen Underground, del mismo autor, Sergio es un gran amigo nuestro, mío y de casi todos. Además, este es un libro muy especial para nosotros, muy emotivo, inesperada y desgraciadamente póstumo, hecho con el apoyo, la colaboración y el cariño de mucha gente, entre ella la familia del propio Sergio.

Sin embargo, no querría que esta carga emotiva, ni esta implicación personal que tenemos muchos de los ULADianos, despistase al lector de una verdad fundamental: este es un libro magnífico, y lo sería igualmente aunque nosotros no hubiéramos tenido nada que ver, si lo hubiera escrito un tal Paco Pérez de Badajoz. Es un poemario incandescente y brutal, porque así era su autor, un creador prodigioso de imágenes oníricas pero al mismo tiempo un meticuloso trabajador incansable de sus versos. Al margen de las tristes circunstancias de su publicación, Traductor de sueños por Babilonia es un libro que merece una reseña, y no dársela habría sido injusto.

Traductor de sueños por Babilonia continúa la línea poética de Delicatessen, que mezcla el surrealismo de estirpe clásica, con la tradición de la lírica amorosa española y europea, y con el personalísimo mundo de símbolos de su autor; aunque entre ambos libros, separados por apenas tres años, se percibe, diría yo, un proceso de decantación y afinamiento de los materiales y del lenguaje poético. Dentro de la habitual fogosidad expresiva de Sergio, Traductor es quizás un libro más contenido y depurado que Delicatessen, aunque no por ello menos conmovedor.

No sorprenden (a quien conozca la obra anterior de Sergio Oiarzabal) ni los temas -el amor, la poesía, la muerte- ni los recursos poéticos; pero eso no significa que se trate de un libro trillado, de una vuelta atrás: los hallazgos lingüísticos y la imaginación desbordada del poeta hacen que leerlo sea una nueva aventura cada vez. Parece un texto inagotable y siempre nuevo. Las prosas poéticas alternan con los poemas en verso; lo luminoso y lo gozosamente érotico, lo oscuro y lo trágico tienen cabida en un mismo volumen, en un mismo poema, en un mismo verso. Aunque uno de los textos se titula "Arte poética", en mi opinión hay otro (que aparece en el libro inmediatamente antes) que expresa mejor lo que la poesía era, lo que debía de ser, para Sergio: "El oficio de lo inalcanzable":

ESCRIBIR ES BESAR LO QUE NO SE AMA
(Dado que amar es casi todo.)
Es despedirse sin querer separarse del abrazo,
querer abrir la mano de semillas en lo que está lejos.

Escribir es amar lo que no se besa
(Dado que besar es ciertamente lo más oscuro.)

Es éste el oficio de lo inalcanzable.

En estos versos, creo ver un estilo nuevo, más puro y más conciso, que podría haber llevado a Sergio a nuevas tierras poéticas. Nos dejó, como obra maestra última, este Traductor de sueños por Babilonia. Leerlo no es solo un placer y un descubrimiento: es una obligación.

También de Sergio Oiarzabal en ULAD: Delicatessen Underground

domingo, 26 de junio de 2011

Zoom: "El hombre que pudo reinar" de Rudyard Kipling

Idioma original: inglés
Título original: "The Man Who Would Be King"
Año de publicación: 1888
Valoración: Está bien

Después de leerme el libro y de empezar a informarme para escribir la reseña, descubro que hay algunas similitudes entre Naipaul, autor de Miguel Street o El sanador místico, y Rudyard Kipling, autor de "El hombre que pudo reinar" o de El libro de la selva: los dos recibieron el Premio Nobel; los dos nacieron en una colonia británica (el primero, en Trinidad y Tomago; Kipling, en la India); después, los dos se instalaron en la "metrópoli", Inglaterra, y viajaron por el mundo a lo largo de su vida. Pero por supuesto estas similitudes son superficiales, y de hecho casi se podría considerar a los dos escritores como opuestos, o complementarios: Kipling era un británico nacido, casi accidentalmente, en la India, y sus narraciones son por lo tanto las de un "occidental" que observa asombrado y algo desorientado un mundo al que no pertenece. Naipaul, quizás a su pesar, es un "indígena" reconvertido en metropolitano que retrata el mundo en el que nació con cierto aire de superioridad.

"El hombre que pudo reinar" (quizás una traducción más acertada habría sido "El hombre que iba a ser rey") es un ejemplo de este eurocentrismo narrativo típico de Kipling, y de muchos otros autores como él: se trata de un relato largo, o una novela corta, que cabría en el género de aventuras, aunque con tintes de farsa trágica. Se sitúa en la India de mediados del siglo XIX, y presenta la historia de un triángulo de personajes: el narrador, un periodista afincado en la India, y dos pícaros y aventureros, Daniel Dravot y Peachey Carnehan, quienes le piden ayuda en su plan para convertirse en reyes de un lejan (y real) reino de Kafiristán. Meses despúes, Carnehan vuelve, enloquecido y deshecho, y le cuenta el relato de su afortunada conquista del trono y su posterior caída en desgracia.

Aunque basada en la historia real de James Brooke, un británico que consiguió convertirse en Rajá de Sawarak, el relato resulta a veces demasiado inverosímil o paradójicamente irreal, por la sucesión de casualidades y buenas fortunas que acompañan a los personajes en su ascensión. La última parte, donde se relata la caída y desaparición del fugaz reinado, y la suerte de sus protagonistas, es más oscura, más interesante, más humana. Más cruel, también. Todo el tono comico que pudiera existir en la primera parte, se evapora. Al final, queda una sensación extraña, como de haber asistido a una broma que se ha salido de madre y que ha terminado pasando factura a sus protagonistas.

Por supuesto, muchos conoceréis la adaptación cinematográfica de 1975, con Sean Connery y Michael Caine en los papeles principales. Yo no la he visto, pero la veré en breve.

sábado, 25 de junio de 2011

Aleš Šteger: Berlín


Idioma original: esloveno
Título original: Berlin
Año de publicación: 2008
Valoración: muy recomendable


No conocía a Aleš Šteger antes de leer este libro. No sabía de dónde era ni qué había escrito (ni si había escrito algo) antes. Y, de repente, encuentro Berlín, lo leo y me encanta. Y, al mismo tiempo, descubro que su autor, a pesar de no haber cumplido aún los 40, es uno de los escritores eslovenos mejor considerados actualmente. Y que decir "escritor" es quedarse corto. Porque Šteger es traductor, crítico literario, fotógrafo y organizador de diversos festivales y eventos literarios. Casi nada.

Para el autor, Berlín es una "ciudad-grieta" donde cada esquina desemboca en un lugar mágico en el que todo es posible. A lo largo de treinta pequeños ensayos llenos de poesía, el escritor describe a la comunidad turca, los monumentos, las calles, la sombra del muro, el tiempo, las viviendas, las costumbres... dibujando veladamente a los berlineses, "maestros", según afirma, "del vivir en el vacío".

Berlín es la ciudad donde se puede hacer de todo y donde al final descubre uno que en realidad no hace falta. Maltratada por el invierno y acariciada por el verano, Berlín es una infinidad de espejismos que cambian según quien mire, una red de calles en la que es tan fácil perderse como encontrarse, y donde existen lugares en los que uno, no sabe muy bien cómo, acaba descubriéndose una y otra vez.

Inspiradora y esquiva, la capital alemana es lo que cada uno quiere que sea. Y para Šteger es pura poesía.

viernes, 24 de junio de 2011

Patrick Modiano: En el café de la juventud perdida


Idioma original: francés
Título original: Dans le café de la jeunesse perdue
Año de publicación: 2007
Valoración: Se deja leer


Fascinación, ambigüedad y mito son los ingredientes básicos de una novela que en principio prometía, en cuyo ambiente uno se introduce como en el viejo café que menciona, paso a paso, disfrutando de la penumbra y de una vaga promesa de serenidad y misterio a la vez.

La encargada de fascinarnos es Louki, una chica que completa el paisaje del local y cuya figura se mezcla superficialmente con las de los parroquianos en imágenes fugaces e inmóviles, como retratos de la memoria. El rastreo de sus pasos y la reconstrucción de su personalidad serán intentos fallidos de crear suspense. Porque sólo una serie de cuadros aislados y un protagonista ambiguo no pueden mantener la intriga mucho tiempo. Hay otros personajes igual de imprecisos que se nos van presentando en actitudes poco convincentes o bien lanzando frases lapidarias. Esta ambigüedad puede resultar atractiva durante unas docenas de páginas pero si el autor no se ha guardado ninguna carta, si no cuenta con unos antecedentes verosímiles y unas personalidades coherentes, la fábula se acaba derrumbando. ¿Cómo pretende Modiano sostener este entramado hasta la última línea? Por medio del mito, supongo. El del viejo café que custodia secretos, el mito de los bohemios que formaron parte de una década – la de 1960 – ya de por sí mítica y que remite, o eso pretende, a más historias. Sin olvidar el mito que encierra París mismo y el evocado por los nombres de calles y garitos, que van puntuando e intentan prestar sustancia a un relato que no la contiene en sí mismo. Ni siquiera se logra inculcar en el lector la nostalgia que, imaginamos, sienten los personajes, ya que no se trata de una nostalgia real y vivida, sino sólo nominal y literaria.

Una novela que, en cuanto la acabamos, se nos empieza a olvidar rápidamente, en la que abundan los tópicos y lugares comunes, dónde la ausencia de acción ha de sustituirse por palabras huecas (como esa alusión a la vida de verdad, en mayúsculas) y por constantes preguntas sin respuesta, en la que los distintos puntos de vista no difieren entre sí demasiado; incluso el desenlace, en su pretensión de impresionar al lector, no pasa de ser un episodio absurdo más, entre tantos, que no logrará conmovernos. Aunque algo permanece: un estilo agradable, un conjunto de referencias culturales, en principio atrayentes pero muy gastadas ya, unas cuantas imágenes borrosas, sin entidad, en blanco y negro, una anécdota inconsistente y fragmentaria, y un regusto tristón y amargo, en el fondo bastante insustancial.

También de Modiano en ULAD: La hierba de las nochesTres desconocidasEl lugar de la estrellaRopero de la infanciaCatherine

jueves, 23 de junio de 2011

André Schiffrin: La edición sin editores


Idioma original: Francés
Título original: L'édition sans éditeurs
Año de publicación: 2000
Valoración: Recomendable (para quien guste del tema)

Qué ganas tenía de volver...

André Schiffrin (Paris, 1935) es una de esas vacas sagradas del mundo editorial: 30 años dirigiendo Pantheon Books y fundador en 1990 de The New Press. Rara es la publicación sobre el medio que no lo mencione, o el colega que no lo señale como uno de los nombres más destacados de la edición en el siglo XX.

Con apenas 180 páginas, su libro La edición sin editores fue, en su momento, una obra tremendamente polémica y comentada, tanto por su sinceridad como por la agudeza de sus juicios. En ella retrata sin concesiones la progresiva transformación de la edición norteamericana, desde sus orígenes como "difusora de cultura" hasta la actual situación de "máquina de generar beneficios", pasando por su experiencia personal de dirigir Pantheon y sufrir las consecuencias de la absorción por parte de los grandes grupos. Es bastante ameno, aunque a un lector español o hispanohablante, e incluso europeo, lo que cuenta puede quedarle un poco lejos, pues se centra principalmente en acontecimientos concretos de la historia reciente de Estados Unidos. No obstante, su sagacidad le permite elaborar argumentos bien hilados que superan la anécdota localista y, en algunos casos como tristes profecías, nombrar específicamente muchos de los problemas mundiales de la edición.

No es como otros libros de editores que ya he reseñado: aquí no hay anécdotas de borracheras con autores de éxito ni meas culpas por aquel fracaso o este éxito. Para nada: es un relato crítico y honesto sobre el capitalismo, y sobre cómo el capitalismo ha destruido -está destruyendo- en buena medida la cultura. No me resisto a copiaros algunos fragmentos para que os hagáis una idea:

"La causa profunda de la transformación de la edición tal y como la hemos conocido es el paso de una rentabilidad del 3 o del 4%, que era la norma tanto en EE.UU. como en Fracia, a exigencias del 15% e incluso más. Ese es el argumento central de mi libro."

"El excelente editor alemán Klaus Wagenbach ha publicado recientemente un artículo sobre la edición en su país, donde, de manera elocuente, define la rentabilidad del 15% como la "Todes Zone", la Zona Mortal donde ninguna edición de valor puede sobrevivir. Y cita a Hans Magnus Enzensberger, que ha dicho que en cincuenta años no había encontrado en el catálogo de Bertelsmann un solo título destinado a perdurar."

"Hacia finales de 1980, Newhouse decidió despedir a Bernstein con la misma brutalidad que había demostrado en sus revistas (...). Lo sustituyó Alberto Vitale (...). Nos presentaron a Vitale, no obstante, como un hombre sensible y cultivado, reputación rápidamente socavada por su insistencia en repetir que se encontraba demasiado ocupado para abrir un libro."

"Vitale había lanzado la idea de que podríamos ser mucho más rentables recortando nuestro programa y nuestro equipo en dos tercios y concentrándonos en los títulos de gran tirada. (...) Durante una reunión decisiva pudimos constatar el abismo que nos separaba. Vitale pasaba revista a los libros que íbamos a publicar, lista de la que me sentía especialmente orgulloso. "Quién es este Claude Simon? -preguntó con desprecio, visiblemente sin haber oído hablar jamás de él-, ¿y este Carlo Ginzburg?". Observé que sus ojos se centraban primero en la parte derecha de la hoja, la de la columna de cifras, y solo después en los títulos de los libros."

"Una reciente encuesta de Publishers Weekly revela que el Presidente Director General de McGraw-Hill gana más de 2 millones de dólares por año, más que los de Exxon o Phillip Morris. El principal ejecutivo de Viacom, editorial pendiente de venta por rentabilidad insuficiente, ganaba 3,25 millones. ¿En qué medida la falta de beneficios está relacionada con los insensatos salarios de los dirigentes de viacom, invertidos en detrimento de los libros y sus autores? Además de estos salarios aberrantes, los despachos de los editores, cada vez más lujosos, empiezan a parecerse a los de los banqueros. En Random House, las reuniones de representantes se realizan a menudo en lugares de prestigio, en las Bermudas u otro lugar parangonable, lo que costaba en la época en que me fui un millón de dólares dos veces por año. (...) Los editores, al no poder enorgullecerse de lo que editan, se consuelan con las delicias de la vida de los grandes grupos, restaurantes de lujo, coches con chófer y otros símbolos de estatus social. Así, a la fuerte censura que impone el mercado se añaden estas exigencias internas (...). Forman parte de la nueva ideología del oficio. Cuando los editores ya no pueden sentirse orgullosos de su producción, cuando ya no pueden justificar su carrera por los libros que han sacado a la luz, buscan las compensaciones más cínicas para colmar esa brecha moral."

"En sus esfuerzos frenéticos por vender cada vez más libros, las cadenas de librerías han acentuado los cambios de los que ya hemos hablado. Los que se ponen delante son los libros de mayor tirada y se invita a los editores a que paguen fuertes sumas en publicidad en los lugares de venta, si quieren estar seguros de que sus títulos están bien colocados."

Etc. Etc. Etc.

Como digo, el libro está lleno de momento brillantes y vibrantes. El autor habla de la desaparición de las librerías independientes, de la reducción de los catálogos de calidad en beneficio de grupos enteros dedicados a fabricar, promover y publicar best sellers, de cómo son apenas -y con esfuerzos, en ocasiones, imposibles de sostener- las editoriales independientes las únicas capaces de publicar libros de calidad, aunque al hacerlo se deban enfrentar al ninguneo de distribuidores, cadenas de librerías y medios de comunicación... En fin: una hostia detrás de otra.

Hay una "segunda parte", escrita en 2010: El dinero y las palabras. (Ambos libros se han publicado en España en una cuidada edición de Península.) Prometo reseña en unos días. El título ya apunta...

miércoles, 22 de junio de 2011

V. S. Naipaul: Miguel Street

Idioma original: inglés
Título original: Miguel Street
Año de publicación: 1959
Valoración: Muy recomendable

Es verdad que los suecos a veces hacen cosas raras: poca gente entiende por ejemplo el Premio Nobel a Doris Lessing o a Le Clezio, escritores buenos pero no geniales, e incluso el de Vargas Llosa puede ponerse en duda, no tanto por cuestiones ideológicas sino literarias. Pero también hay que reconocerles que a veces nos descubren a escritores desconocidos y geniales que no habríamos leído probablemente si no hubiera sido por ellos. Porque ahora no vamos a decir que todos habíamos leído a Herta Müller, a Ohran Pamuk, a Coetzee o a Kertesz antes de que les dieran el premio. Sí, probablemente eran conocidos en círculos especializados, pero para el gran público, no. Naipaul es otro ejemplo más de este efecto benéfico de los Nobel: no creo que nunca hubiera llegado a leer Miguel Street (o igual sí, quién sabe) si un grupo de críticos suecos jubilados no hubieran decidido regalarle unos cuantos puñados de coronas, una medalla y un diploma.

Y habría sido una pena, verdaderamente, porque me ha encantado. Todavía no sé si es una novela o un libro de relatos (me inclino por la primera opción), pero está claro que es un universo en forma de libro, construido a partir de pequeñas historias cotidianas y hermosas. Cada capítulo está dedicado a un personaje, pero el protagonista de uno es secundario en los de los demás; y el narrador es siempre el mismo: un niño/adolescende de Miguel Street que lo mira todo con sorpresa, fascinación y una inocencia cada vez menor.

Y las que se nos cuentan son historias duras, donde abundan los malos tratos, el abandono, el alcoholismo, los sueños frustrados; pero en ellas predomina el humor, la belleza y el milagro. El narrador mismo muestra una obsesión con la belleza que encuentra a su alrededor: la que fabrica Popo, el carpintero empeñado en contruir "lo que no tiene nombre"; o la del pirotécnico Morgan; o la de Edward con sus pinceles; o Hat, empeñado en transformar la vida en algo diferente y más divertido en medio de la miseria. Es un libro luminoso, que cuenta cosas que en manos de Dickens habrían dado para un dramón de primer nivel, pero que Naipaul transforma en una farsa tragicómica llena de dignidad y claridad, aunque siempre conserve su aguijón melancólico. Como Las cenizas de Ángela, pero cambiando la lluvia de Limerick por el sol de Trinidad.

También de Naipaul en Unlibroaldía: Cartas entre un padre y un hijoIndiaGuerrilleros

martes, 21 de junio de 2011

Djuna Barnes: El bosque de la noche


Idioma original: inglés
Título original: Nightwood
Fecha de publicación: 1936
Valoración: Está bien

El bosque de la noche es una de esas novelas no demasiado largas que si se leen en una edición de bolsillo pueden parecer algo mucho más denso y plomizo de lo que en verdad son. Lo digo porque a mí me ha ocurrido... En cuanto he leído unas pocas páginas de esta obra, me he apresurado en juzgarla un tanto recargada y me he tenido que forzar a seguir leyendo para comprobar si me parecía o no tan fascinante e hipnótica como muchos opinan que es. Pero aunque después de leer su última página la sensación global no ha sido precisamente negativa, tampoco puedo declararme una gran admiradora de El bosque de la noche.

La autora de esta novela que se publicó el año en el que comenzó la guerra civil española no es otra que la norteamericana Djuna Barnes, uno de esos escritores de vida turbia, borrascosa, apasionante y terrible que hacen las delicias de los biógrafos literarios amantes de los perfiles más malditos.

He llegado a la Barnes gracias a Truman Capote, que se declaraba un gran admirador suyo en uno de sus libros, Música para camaleones creo recordar. El padre de Holly Golightly no se quedaba corto a la hora de mostrar su devoción por la peculiar escritora, íntima de la ricachona Peggy Guggenheim (que ejerció para ella de mecenas), bisexual con una trayectoria sentimental tormentosa como pocas, adicta irremediable al alcohol, y protagonista de algún que otro intento de suicidio. Y como me encanta Capote, he intentado que me encantara Djuna Barnes...

El bosque de la noche se sitúa en el París de 1927 y cuenta la historia de una joven norteamericana llamada Robin Vote obsesionada como tantos otros héroes literarios con encontrar ese vellocino dorado que es la Felicidad. Para lograrlo, se casará con Felix Volkbein, un falso y pretencioso varón judío con el que tendrá un hijo, pero pronto la mujer se sentirá insatisfecha con esa clase de vida, y seguirá buscando su dicha dejándose invadir por una ola de deseos y seducciones capitaneada por dos mujeres muy diferentes, la leal Nora Flood y la impulsiva Jenny Petherbridge. De todos modos, el personaje más carismático de la función será el lúcido doctor Matthew O'Connor, testigo de todo este entramado apasionado y amargo a partes iguales.

Se dice que Djuna Barnes tejió a Robin pensando en su tumultuosa amante Thelma Wood, que el doctor O'Connor era una réplica de su amigo Dan Mahoney y que ella misma fluía por las venas literarias de Nora Flood. Pero hay que saber un poco de la vida de esta mujer para apreciar estos "homenajes"...

Concluiré diciendo que El bosque de la noche es una historia corta y concentrada que si bien no me ha deslumbrado no puedo negar que no posea su magia, una extraña magia.

He leído por ahí que la escritora Emily Coleman dijo de Djuna Barnes que su mayor cualidad era que daba belleza al horror. Puede ser...

Ah, y no me resisto a poner aquí una frasecita que me ha encantado: "Hay que estar un poco apartado de la vida para conocer la vida, la vida oscura, vislumbrada confusamente".

También de Djuna Barnes en ULAD: El bosque de la noche (Contrarreseña)

lunes, 20 de junio de 2011

Robertson Davies: A merced de la tempestad


Idioma original: inglés
Título original: Tempest-Tost
Año de publicación: 1951
Valoración: Muy recomendable

Querida S.:

estos últimos meses han llenado Salterton de emociones. Una compañía de teatro amateur ha decidido representar La tempestad, de Shakespeare, en los jardines de St. Agnes, ¿te lo puedes creer? Nadie pensaba que George Webster les dejaría pisotear su querido césped, pero al final lo consiguieron. Teniendo en cuenta que su hija mayor (Griselda, seguro que la recuerdas, todos los chicos de la escuela la perseguían como locos) va a actuar en ella... imagina. Creo que incluso a su hija pequeña (la sabelotodo Freddy) le han dado un papel.

No voy a juzgar si los merecen o no, porque, por lo que ha llegado a mis oídos, elegir a los actores ha sido complicado. Claro, todos querían lucirse y hacerse con los personajes protagonistas, y luego pasa lo que pasa. Tenías que ver a Hector, el tesorero de la compañía, haciendo el papel de Gonzalo. Madre mía, pobre hombre, qué despropósito de actuación. Aunque las actrices, en general, estaban muy bien. Demasiado descocadas para mi gusto, pero bien.

Después de todo el tiempo que estuvieron ensayando y de los disgustos que le dieron al pobre Tom... Tom es el jardinero de los Webster, un hombre amable pero muy maniático con su cobertizo, donde guarda las herramientas. Imagina dónde decidió la compañía que iba a trabajar con el decorado... en el cobertizo, claro. No he visto a un hombre sufrir tanto en la vida.

Pero es que una obra de teatro no es un camino de rosas, no, señor. Después de ver todos los problemas que han tenido para representar esta obra en Salterton (y eso que la directora venía de Nueva York, ¡de Nueva York!, donde es una reputada dramaturga), no me llama nada la atención ese mundillo. Demasiado trabajo y demasiados líos para una obra de teatro donde, encima, nada sale como debería.

Claro que también dicen por ahí que, cuando acababan los ensayos, aquello parecía Sodoma y Gomorra. Rara era la noche que no terminaran bebiendo. ¡Y el baile! ¡Tenías que haber visto a la compañía en el baile! Si empiezo a contar, no paro, así que mejor te lo cuento en otra ocasión.

Tuya,

L.

También de Robertson Davies en ULAD: Trilogía de Deptford

domingo, 19 de junio de 2011

Nella Larsen: Quicksand

Idioma original: inglés
Título original: Quicksand ("Arenas movedizas")
Año de publicación: 1928
Valoración: muy recomendable

Cuando termine esta entrada, habremos reseñado la obra novelística completa de Nella Larsen. Claro que esto no es difícil: esta
autora del Renacimiento de Harlem solo escribió dos novelas en toda su vida. ¿Por qué, si ambas fueron recibidas de manera entusiasta por la crítica? Las malas lenguas dicen que Larsen se vio envuelta en un escándalo cuyas consecuencias o implicaciones no logró superar: tras la publicación de su último cuento, Sanctuary, se la acusó -no sé si justa o injustamente- de plagio. Y Nella Larsen dejó de escribir -o de publicar, por lo menos- y cayó tristemente en el olvido.

Quicksand, cuyo título he decidido mantener en el inglés original ya que, según he investigado, la autora no ha sido traducida al castellano todavía, parece ser en gran medida autobiográfica: como Larsen, Helga Crane es hija de madre danesa y padre afroamericano; en la ficción, Helga Crane es profesora en un colegio para niños de color, mientras que Nella Larsen estudia en una universidad afroamericana y pro-afroamericana*; al igual que la escritora, el personaje anda a caballo entre Copenhague y Nueva York. No obstante, la novela termina yendo por derroteros que nada tienen que ver con los hechos de la vida de su autora. Imagino que, quizá, inspirar su primer gran personaje en sí misma pudo ser simplemente una manera de narrar aquello que ella conocía bien. Claro que esto no son más que elucubraciones inútiles (y, al fin y al cabo, ¿qué importa?).

Helga Larsen se pasa toda la novela buscando su lugar, tratando de encontrar ese "algo" que intuye se llama felicidad y que parece rehuirla continuamente. Para ello viaja de un lado a otro, se mueve en diferentes círculos sociales y termina tomando una decisión que cambiará, que determinará su vida para siempre. Y os adelanto que no recuerdo haber leído jamás una novela en la que la autora sea tan sumamente cruel a la hora de perfilar el destino de su protagonista.

Para mí, lo más interesante de la novela no son los dimes y diretes de Helga Crane sino sus reflexiones en torno al conflicto negro-blanco. Con una perspicacia asombrosa, nos cuenta cómo los defensores a ultranza de los derechos de las personas de color no caen en la cuenta de sus propias hipocresías y contradicciones*: son los propios afroamericanos los que, inconscientemente, están intentando hacer de sí mismos réplicas de los hombres blancos, neutralizando todas aquellas características únicas de la gente negra, pero obstinándose en mantener las barreras sociales que separaban una raza de la otra. Crane habla de las ropas, de las costumbres, de la moral, de la música.

Por último, y ya hacia el final de la novela, Helga llega a la conclusión de que la religión tiene gran parte de culpa en todo esto, y creo que no le falta razón: ¿cómo puede el hombre de color rebelarse genuinamente si adopta los preceptos de un Dios, el Dios del hombre blanco, que promete una compensación eterna para los sufrimientos terrenos?

También de Nella Larsen: Passing

sábado, 18 de junio de 2011

Sławomir Mrożek: El elefante

Idioma original: polaco
Título original: Słoń
Año de publicación: 1957
Valoración: Muy recomendable

En realidad, para esta reseña casi podría remitirme a la que hice, hace ya más de dos años (¡hace ya más de dos años!) de otra recopilación suya de (micro)relatos: La mosca. Porque la unidad de temática y estilos entre las dos obras es casi completa. En esta, como en aquella, Mrożek utiliza el humor ácido, la ironía, el sarcasmo, para retratar la estupidez humana, muchas veces exacerbada u oficializada por las estructuras del sistema comunista polaco. Recuerdo que aquella me gustó; pero esta me ha gustado todavía más que el recuerdo que tengo de aquella.

El relato que da título al volumen, "El elefante", es bueno, pero no genial; es solo un cuento que muestra las torpezas de un sistema obsesionado con la imagen y los resultados. Hay otros muy superiores, como "Desde la oscuridad", una especie de relato gótico-socialista único en su especie; "El proceso", sobre una militarización del cuerpo de escritores; "El león", una magnífica alegoría sobre el modo en el que los dirigentes se guardan las espaldas por si cambian los vientos; "La aventura del tamborilero", una farsa muy bien llevada; "En el cajón", que recuerda a esa escena divertidísima de Men in Black en que Will Smith y Tommy Lee Jones encuentran todo un mundo encerrado en una taquilla, o "Peer Gynt", sobre el ascenso y caída de un campesino-metido-a-propagandista.

Creo que es importante no reducir a Sławomir Mrożek a la categoría de "escritor anti-comunista", ni siquiera de "escritor crítico con el comunismo". Mrożek es crítico con la realidad: a él le tocó vivir en la Polonia socialista de la segunda mitad del siglo XX; pero haciendo literatura ficción, podría imaginarse un Sławomir Mrożek que hubiera nacido en Estados Unidos, o en China o en España, y en cualquier país habría encontrado motivos para sacar a relucir su ingenio asesino. Y tampoco hace falta imaginar nada: muchos de estos relatos (los que se refieren explícitamente al comunismo, y los que no) sobrepasan su circunstancia concreta y representan los vicios, limitaciones, absurdos y ridículos de la condición humana.

Una nota al margen, para acabar, sobre la traducción. Evidentemente, ni hablo polaco ni tengo delante el original para cotejarlo, pero me ha llamado la atención que en varios puntos (cuatro o cinco, que recuerde) los traductores han elegido "españolizar" las referencias lingüísticas o culturales, de modo que el texto publicado habla de "el caballo de Espartero", de "el general Franco" o se incluye solapadamente un verso de Miguel Hernández (he intentado encontrarlo pero no lo he conseguido). La intención de los traductores, se supone, es sustituir referencias del original que habrían resultado incomprensibles para un lector español (lo que se llama "equivalencia dinámica": traicionar la letra del original para mantener su sentido o su efecto).

No digo que esta técnica sea errónea, por supuesto, y a veces es el único modo de traducir un texto sin dejarlo incomprensible; pero los ejemplos que he citado a mí me resultan chocantes, me distraen y me sacan de la lectura de un texto que que originalmente fue escrito en Polonia, en polaco y por un polaco. No sé, ¿no es mejor leer "el general Pichimichinski", y deducir por el contexto que se trata de un general muy importante y autoritario, antes que leer "el general Franco" y quedarte unos segundos rascándote la cocorota? Si hay algún traductor entre el público, que se manifieste, por favor...

También de Sławomir Mrożek en ULADLa moscaLos emigrados

viernes, 17 de junio de 2011

Henning Mankell: El chino


Idioma original: sueco
Título original: Kinesen
Año de publicación: 2008
Valoración: Está bien




Esta vez Mankell ha dejado descansar a Wallander, pero la ausencia del famoso detective no augura ninguna calma. Todo lo contrario. En la Suecia que recrean estas páginas, dónde todo es desmesurado, los crímenes se multiplican. Nada menos que
diecinueve contamos en un thriller trepidante, que en su momento fue éxito de ventas – era fácil encontrarlo en el hiper delante de la caja registradora –, dónde se mezclan escenas truculentas con ambientaciones históricas, en cuya acción se implica a zonas muy distintas del mundo y que plantea candentes temas de actualidad. Todo esto por medio de una trama complicadísima que se inicia con la inquietante peregrinación de un lobo hambriento. Es verdad que, una vez abierto, el libro no se nos despega de las manos, y no sólo por las grandes dosis de intriga que contiene sino porque la desazón que provoca nos empuja a acabarlo cuanto antes.

Pero esta impaciencia tiene un límite, en un momento dado la tensión nos empieza a fatigar, el exceso de datos resta algo de interés, la complejidad de la investigación resulta forzada, artificial, poco creíble. Y, sobre todo, el hecho de trasladarnos a escenarios tan distintos en espacio y tiempo da lugar a que olvidemos un poco el motivo que nos había llevado hasta allí, es decir, los crímenes. Y este despiste relativo es el peor enemigo de cualquier producto del género negro. No es que las peripecias que suceden en el S. XIX no resulten apasionantes, sino que regresar al mundo actual para encontrarse de nuevo con la truculenta atmósfera que ya se había respirado da una pereza increíble.

Henning Mankell ha dado con una fórmula infalible para atraer lectores y mantenerlos fieles de por vida, pero repetir siempre lo mismo, por muchas satisfacciones que le haya proporcionado, puede cansarle hasta a él. Sobre todo si dicho autor es un temperamento inquieto, al que le encanta experimentar, profundamente comprometido con su época (desde hace 20 años vive en Mozambique, ha escrito sobre la infancia africana, el sida, la inmigración y el año pasado fue detenido por el ejército israelí en la flotilla humanitaria que llevaba víveres a los palestinos, en una acción que produjo nueve muertos) y que, debido a esa forma de ser, precisamente lo que más teme y detesta es volverse rutinario. Claro que todo tiene un límite y tanta complejidad, concebida con el fin de interesar y producir tensión dramática, puede desembocar en el efecto contrario. Y hay algo más, no es fácil, ni siquiera para un experimentado artesano del género, conseguir que elementos tan diversos ajusten perfectamente dando lugar a un conjunto coherente y verosímil. En el intento siempre se puede aflojar alguna pieza. Supongo que Mankell cuenta con ello y quizá confíe en que el lector, abrumado por la sobresaturación de datos no se dé cuenta del lugar exacto en qué chirría la maquinaria. Pero eso nunca funciona: puede que, sumergidos bajo al avalancha de datos, no seamos capaces de identificar los elementos discordantes pero no cabe duda de que notamos que existen.

Por eso, al volver la última página, y por mucho que hayamos disfrutado de los manjares servidos por Mankell, notamos que se nos han indigestado un poco. Y decidimos que, si volvemos a leerle, tendremos que elegir mejor.

También de Henning Mankell en ULADAsesinos sin rostroAntes de que hieleHuesos en el jardín

jueves, 16 de junio de 2011

Cómo se escribe este blog

Muchos de nuestros lectores y admiradores nos han preguntado (hasta parándonos por la calle, aunque estuviera lloviendo) cómo hacemos este blog, cómo creamos este pequeño milagro cotidiano, cómo nace la magia que es ULAD. Cómo son las bambalinas, el backstage de Un libro al día. Pues bien, ha llegado el momento de descubrir uno de los mayores misterios desde el asesinato de JFK o el baño de Fraga en Palomares.

En realidad, Un libro al día es una Sociedad Limitada capitalista con sede en la Gran Vía de Madrid y sucursales repartidas por las principales ciudades españolas: Barcelona, Bilbao, Valencia, Villacornejo del Archiduque, Sevilla... Una importante empresa de producción de salchichas (cuyo nombre debe permanecer en el economato) nos subvenciona generosamente para que dediquemos nuestro tiempo y nuestro ingenio a producir reseñas. Así, tenemos escritas ya aproximadamente 1.500.000.000.000.000 críticas de libros. Cuando se termine el universo y se produzca el Big Crunch, Un libro al día seguirá publicándose. Pero nadie podrá leerlo.

No, en realidad esto es mentira.

En realidad, Un libro al día es una máquina, no muy distinta del "Deep Blue" que masacró a Kasparov al ajedrez. Un poderoso y complejísimo algoritmo selecciona al azar los títulos, mezcla arbitrariamente citas de Foucault, Derridá y Cervantes, busca reseñas similares en internet y las plagia sibilinamente, y lo empaqueta todo en una gama de estilos que va desde el macarrismo adolescente a la pedantería esotérica. El hecho de que el ordenador no haya sido descubierto le llena de orgullo, si es que las máquinas pueden sentir orgullo. Es posible que el algoritmo contenga algún error, porque produce reseñas de Borges y de Stefan Zweig con excesiva frecuencia. O puede que el ordenador haya desarrollado gustos literarios, lo que sería la leche, en términos científicos. Por cierto, sí, esta entrada también la he escrito yo.

No, en realidad esto es mentira.

En realidad, Un libro al día lo escriben once personas y veintidós manos (que se sepa), algunas de las cuales no se conocían cuando empezaron a escribir en ULAD y otras todavía no se conocen. Y las que sí se conocen, no se soportan. Esto provoca graves problemas de coordinación, porque a veces todos decidimos dejar de escribir reseñas a la vez, solo por despecho. Y porque despecho es una palabra muy bonita y hay que dar ocasiones para usarla. Si los lectores supieran la de días que estamos a punto de no publicar una reseña, se les pararía el corazón. O peor: se morirían.

No, en realidad esto es mentira.

En realidad, somos un ejército de 871.964.163.655.122 monos (aproximadamente: hay uno que no se encuentra muy bien) tecleando letras aleatoriamente delante de un ordenador. Cada vez que sale algo que se parece a una reseña de un libro, se publica en el blog. A veces se publica algo aunque no se parezca a una reseña. Algunas de nuestras mejores críticas han sido escritas por el chimpancé 615.126.879.843.165, que ha demostrado especial sagacidad en el análisis de la novela vanguardista del siglo XX, y en abrir cocos utilizando las esquinas de la pantalla. Por cierto, sí, esta entrada también la ha escrito un mono.

No, en realidad esto es mentira.

miércoles, 15 de junio de 2011

Iriarte y Samaniego: Fábulas


Idioma original: español
Año de publicación: ? (escritas en el s. XVIII)
Valoración: está bien / es la mofa

Es curioso observar cómo el cariz de algunas obras puede cambiar radicalmente con el tiempo. Para muestra, un botón: he aquí las Fábulas de Iriarte y Samaniego, concebidas originalmente para "enseñar deleitando" y que ahora no pueden más que arrancar una sonrisa al lector.

Una fábula es un pequeño relato didáctico, generalmente protagonizado por animales, con una enseñanza final llamada "moraleja". Las de Iriarte y Samaniego están redactadas en verso, aunque también pueden estar escritas en prosa (por ejemplo, las de Esopo).

También el tipo de moraleja varía según el autor: en este caso, las fábulas iriarteñas tienen un carácter marcadamente literario (digamos que establece de manera contundente las cualidades que un autor que se precie debe poseer), mientras que las de Samaniego son de tipo moral (aconseja y advierte a la gente de a pie sobre cómo se ha de conducir en la vida).

Y no es que Iriarte y Samaniego no tengan razón sobre muchas de las sentencias que hacen (es un poco como escuchar un refrán y pensar: "Pero ¡qué cierto!", aunque en muchas ocasiones también: "¡Qué obviedad más grande!"). Lo que más le chirría al lector actual -o a esa conclusión he llegado yo como lectora actual- es ese papel pasivo que se ve obligado a adoptar al leer las fábulas. Ese afán didáctico tan aparente no deja lugar a la reflexión activa ni a la interpretación personal de las fábulas. Vamos, que ya no estamos para que dos tipos vengan y nos digan cómo tenemos que pensar o cómo tenemos que escribir, ¿verdad?

Aún así, no deja de ser una lectura curiosa y ciertamente muy divertida, y termino diciendo que "una al año no hace daño"...

* * *
EL GUSANO DE SEDA Y LA ARAÑA
Trabajando un Gusano su capullo,
la Araña, que tejía a toda prisa,
de esta suerte le habló con falsa risa,
muy propia de su orgullo:
"¿Qué dice de tal tela el señor Gusano?
Esta mañana la empecé temprano,
y ya estará acabada al mediodía.
¡Mire qué sutil es, mire qué bella!...".
El Gusano con sorna respondía:
"Usted tiene razón, así sale ella".

Se ha de considerar la calidad de la obra y no el tiempo que se ha tardado en hacerlo.

* * *

Por diez chocopuntos, ¿quién es el autor de esta fábula?

martes, 14 de junio de 2011

Kenizé Mourad: De parte de la princesa muerta

Idioma original: francés
Título original: De la part de la princesse morte
Fecha de publicación: 1999
Valoración: Recomendable

Cuántas veces hemos hablado en este blog de ese farragoso tema que es el llamado best-seller. Que si se trata o no de literatura de segunda; que si engloba o no obras clásicas que se vendieron muy bien en su tiempo; que si peca o no de ligereza en cuanto a estilo y construcción de tramas y personajes...Vamos, que nos encontramos ante un debate infinito.

Bueno, pues el libro que hoy toca, hay que decir que ha sido descrito como un típico best-seller por la inmensa mayoría de la crítica literaria del planeta, algo lógico considerando su ritmo ágil y ameno pese a tener más de quinientas páginas y transcurrir por diferentes países y épocas históricas. Pero, ¿de qué va el asunto? ¿Y quién y por qué lo escribió?

De parte de la princesa muerta es una novela histórica obra de la periodista y escritora francesa de origen turco-indio Kenizé Mourad. La autora se decidió a escribir este libro para contar la asombrosa y excitante vida de su madre, una princesa turca que la dejó huérfana en cuanto la trajo al mundo.

Gracias al trabajo de su hija, conoceremos en esta novela la peliculera (pero real) historia de Selma, nieta del sultán otomano Mourad V. Dividida en cuatro partes, veremos primero cómo es la vida de la pequeña y risueña princesita Selma, correteando y jugando feliz por su palacio turco, ajena a la cruda realidad que se cierne sobre su patria. Al haber sido un país aliado de los alemanes, perdedores en la Primera Gran Guerra, Turquía se ve pronto invadida por franceses, italianos, griegos e ingleses, que campan a sus anchas por sus tierras dispuestos a acabar con la hegemonía de los sultanes.

La segunda parte nos llevará al Líbano ocupado por los franceses, donde Selma se refugia junto con su madre y su fiel eunuco, y allí la veremos crecer, reivindicar sus raíces musulmanas en un colegio de monjas francesas y sufrir su primer desengaño amoroso. Esto último le pesará mucho a la hora de decidirse a irse a la India a casarse con un rajá al que ni siquiera conoce. Así llegaremos a la tercera parte del libro, la de la India, donde se verá cómo choca Selma con las costumbres indias en general, con su atractivo e inflexible marido en particular. Es la más larga de todas y la anteúltima, antes de acompañar a Selma al París de la invasión alemana, donde dará a luz a su pequeña...

Por lo tanto, sí, puede que este libro sea un perfecto ejemplo de best-seller, y que Selma sea demasiado bella, virtuosa y valiente como para creérnosla siempre, pero hay que reconocer que se trata de una obra que se sigue con interés de principio a fin, muy bien escrita y muy amena, ideal para conocer varios contextos históricos en diferentes escenarios de los que muchos lectores apenas sabrán nada.

El libro cuenta con una especie se segunda parte en la que la hija de Selma, la propia Kenizé Mourad, acude a la India para reencontrarse con su perturbado padre. Pero sólo he oído al respecto, no sé si será una obra tan recomendable como la que la precedió.

lunes, 13 de junio de 2011

Don DeLillo: Punto omega

Idioma original: inglés
Título original: Point Omega
Año de publicación: 2010
Valoración: Muy recomendable

Si me preguntasen quiénes son los grandes nombres de la novela norteamericana actual, me vendrían a la cabeza Philip Roth, Paul Auster, Thomas Pynchon y Don DeLillo. Roth es el más "clásico" de todos en cuanto a las técnicas y a los asuntos de sus obras; quizás sea también el más denso, el más académico de todos. Paul Auster es un torrente de imaginación, aunque ya se nota cierto agotamiento y cierta repetición de temas y trucos. Thomas Pynchon es un mundo aparte, una revolución literaria en sí mismo, desconectado de este universo en el que vivimos el resto de los mortales. ¿Y DeLillo? Pues es una mezcla de todos los demás, aunque está más cerca de Thomas Pynchon que de Philip Roth; con la diferencia de que él no rehuye los problemas contemporáneos (guerra, terrorismo, pensamiento único, maquinización, aislamiento).

Punto omega es una novela de lo que los críticos (que lo han leído mucho más que yo) han llamado late DeLillo: tramas más sencillas, un estilo entrecortado y minimalista, personajes esquemáticos... También han dicho los críticos (que son mucho más perspicaces que yo) que la novela tiene forma de haiku: empieza y termina con una escena en la que los personakes observan en el MoMA la instalación 24 Hour Psycho, del británico Douglas Gordon, en la que la película original de Hitchcock se ralentiza hasta durar, en su proyección total, 24 horas. Esta lentitud permite percibir detalles que en la versión original pasan desaperibidos. Y esta misma ralentización es la que (dicen los críticos) ha llevado a cabo DeLillo con su narrativa, sin apenas acción.

La recepción de la novela ha sido generalmente positiva, con algunos reproches. Yo me sumo a quienes han alabado la técnica y la personalidad del autor. Los personajes son, verdaderamente, mínimos y casi abstractos, irreales: Richard Elster un oscuro asesor filosófico-militar del Pentágono, retirado después de la Guerra de Iraq; el cineasta Jim Finley, cuyo único producto hasta la fecha es una película hecha con recortes de Jerry Lewis y que ahora quiere filmar una novela de Richard Elster en un único plano-secuencia; y Jessie, la hija del primero, misteriosa y traumatizada, detonante de los únicos atisbos de verdadera intriga de la novela. Los tres conviven en una perdida cabaña en el desierto, viendo, sintiendo y pensando el paso del tiempo a través de sí mismos y de la realidad.

Pero más importante que la historia o los personajes es la prosa de DeLillo, clara pero casi inconexa, "beckettiana" (han dicho los críticos). O la sensación de incomunicación y de inseguridad que transmite la novela. Es corta y no especialmente rebuscada; pero no resulta una lectura fácil: es desconcertante, desasosegante, y no se sabría decir si es meditadamente superficial o infantilmente profunda. Al final, la sensación (más que el mensaje) que transmite la novela es que todos, los personajes y los lectores (y Don DeLillo) estamos solos delante de nosotros mismos, en la vorágine del tiempo que nos ha tocado vivir.

También de Don DeLillo en ULAD: Aquí

domingo, 12 de junio de 2011

Stefan Zweig: Tiempo y mundo


Idioma original: alemán
Título original (de la recopilación en inglés): Impressions and tests. 1904-1940
Año de publicación: 1º edición en España: 1957
Valoración: Muy recomendable



Hay muchas razones para admirar a Stefan Zweig: su prosa, sus sinceros argumentos, la sensibilidad que transpira, su humanismo, la vigencia de las cuestiones que plantea… Pero a mí lo que realmente me atrae de sus ensayos (con la ficción ocurre algo distinto) es que, como si fueran una máquina del tiempo, me trasladan de repente a otra época. Nadie más consigue este efecto: la mayoría de los libros logran que imagine otros ambientes, pero con Zweig pateo las calles, me cuelo en las casas, leo la prensa, habló con la gente de comienzos del siglo pasado y me siento uno de ellos. ¿Me entendéis?

Este volumen, publicado por primera vez hace más de cincuenta años, no fue concebido de forma unitaria. Es una recopilación de conferencias, anotaciones y escritos sueltos del autor producidos durante casi cuatro décadas y está dividido en tres partes: la dedicada a semblanzas de personajes, la que describe lugares que visitó y aquella en la que se recogen reflexiones personales, principalmente sobre el curso de la historia.

Y como no quiero que me acuséis de que eso de que viajo en el tiempo me lo estoy inventando, intentaré dar una idea algo más objetiva de este libro. Mientras lo leía me preguntaba en qué nos parecemos y qué cosas han cambiado desde entonces. En definitiva, ¿la historia cambia? ¿la historia se repite?

Puede que se repita: “Continuamente le llegaba de fuera a este ámbito cultural nueva sangre extraña y asimismo se mezclaba… eslavos, magiares e italianos, polacos y judíos afluían al ámbito creciente de la ciudad. Con esta continua mezcla los orígenes perdían sus aristas, todo se tornaba aquí más suave, complaciente, conciliador, diferente y amable, esto es, austríaco.”

O puede que cambie según la premonitoria lógica de Zweig: ”… la idea de los Estados Unidos de Europa se presenta como una exigencia política y en cierto modo superpolítica. El postulado de que todos los países de este continente tengan que unirse en una unidad económica y espiritual, en un organismo único, (…) no cabe ya discusión acerca de la realidad irrecusable de que Europa tiene que ser, por fin, una.”

Pero él mismo nos saca de dudas: “La historia nunca se repite. Se limita a jugar alguna vez con las analogías, pero dispone de una riqueza tan enorme de materiales, que va extrayendo continuamente nuevas situaciones de su inagotable arsenal”.


sábado, 11 de junio de 2011

Knut Hamsun: Victoria

Idioma original: noruego
Título original: Victoria
Año de publicación: 1898
Valoración: Está bien

Más que la novela, me apetece hablar del autor. Porque la novela, sinceramente, me ha decepcionado: después de escuchar tantas cosas sobre Hamsun, sobre todo de su novela Hambre; de leer que se le considera un precursor de Kafka o que forma parte de la renovación total de la narrativa después del realismo; o de verlo aparecer, reeditado, en casi todas las librerías de Portugal, me encuentro aquí con una novela extremadamente sencilla, una historia de amor apasionado, imposible e inmortal entre dos jóvenes de distintas clases sociales: el molinero Johannes y la bella doncella Victoria, en un bucólico y salvaje ambiente noruego. Todo bastante (post)romántico, la verdad. Solo destacaría ciertos rasgos poéticos del estilo, determinadas escenas bien logradas y algunas meditaciones extemporáneas sobre el amor.

Ahora, mirad la vida del autor, a ver si no os parece más atractiva y novelesca: autor de prestigio en Noruega desde la publicación de su primera novela, Hamsun recibió el Premio Nobel en 1920 (tenía 60 años) y parecía destinado a convertirse en un clásico mundial indiscutible. Pero entonces todo se torció: Hamsun, germanófilo y antibritánico convencido, apoyó al partido Nazi y a Hitler en su expansión por Europa, incluso cuando las atrocidades de su régimen eran ya evidentes. Llegó a enviar su medalla del Premio Nobel a Goebbels como prueba de su admiración, y a reunirse con Hitler para (dicen) pedirle que liberase a los noruegos -a todos los noruegos, judíos incluidos, pero solo a los noruegos- de los campos de concentración.

Luego, pasó lo que todos sabemos: la derrota del Eje, los juicios de Nuremberg, la constatación de los horrores cometidos. Y Hamsun, que negó a pesar de todo haber militado en ningún partido político, fue detenido, multado con una cantidad astronómica, declarado mentalmente incapaz e internado en un psiquiátrico, escarnecido y demonizado. Sus obras fueron quemadas públicamente, igual (ah, ironías) que las obras de autores judíos y "decadentes" habían sido quemadas por los nazis décadas antes. En sus últimos años, Hamsun, ciego y mísero, aún tuvo tiempo de escribir una última gran novela, Por las sendas donde la hierba crece, muy crítica con el sistema psiquiátrico y judicial de su país.

No me digáis que esta vida no es más intersante que una historia de amor entre un molinero y una noblecita. No es de extrañar que se hayan escrito libros y filmado películas sobre ella. Porque esta vida, como la de Céline, nos enfrenta a preguntas complejas y fascinantes: el modo en el que el genio no siempre va unido a la humanidad ni a la compasión; el complicado encaje de estos personajes en la mitología nacional actual (¿sería tolerable una "Plaza Hamsun", en honor a sus valores literarios, olvidando sus iniquidades ideológicas?); su valor simbólico como "chivo expiatorio" en un país que busca borrar su propio pasado, algo en lo que recuerda al protagonista de Un artista del mundo flotante de Kazuo Ishiguro... ¿No os parece que todo esto es mucho más humano y literario que lo otro, que una almibarada novela romántica?

Sé que hoy no he cumplido con mi función como crítico: quien haya leído esta reseña no tiene gran idea de sobre qué va Victoria o si es una buena novela o no, y por qué. Pero a quién le importa: hoy es sábado, esto no lo está leyendo nadie...

Otras obras de Knut Hamsun reseñadas en Un Libro al DíaHambrePanLa bendición de la tierraEl círculo se ha cerradoMisterios

viernes, 10 de junio de 2011

Miren Agur Meabe: Un año en el faro


Idioma original: euskera
Título original: Urtebete itsasargian
Año de publicación: 2006
Valoración: recomendable


Que quede claro, ante todo, que no suelo leer novelas juveniles –entre otras cosas, porque ya no tengo edad. Ejem–. Pero cuando este libro llegó a mis manos, teniendo en cuenta lo mucho que me gusta la poesía de su autora, me pudo la curiosidad y decidí leerlo, a ver qué tal. Y debo decir que no me ha disgustado. Vale, es una novela para adolescentes y, obviamente, no me va a dar todo lo que yo le pido a un libro, pero después de ver la oferta de lectura que tienen los adolescentes hoy en día... la verdad es que tiene bastante nivel.

En Urtebete itsasargian, Meabe nos cuenta la historia de un niño de trece años cuyos padres, preocupados por las noticias que llegan de la guerra, envían a un pequeño pueblo de Vizcaya a vivir con su tío. Lo que en principio iba a ser una estancia de un mes se convierte en un año (es decir, hasta el final de la guerra), durante el cual el niño aprende el oficio de su tío (farero) e inicia el camino hacia la madurez.

Aunque se enmarca en el periodo de la Guerra Civil y está salpicada de sucesos reales, no parece que la autora les dé a estos hechos más importancia de la necesaria. No hace "una historia de la Guerra Civil", sino un relato de aprendizaje y crecimiento, consiguiendo, eso sí, una novela juvenil con más "miga" que la mayoría de las que podemos encontrar hoy en día. No es un libro apropiado para una persona de mi edad (ejem, ejem), pero sin duda es una buena obra para cualquier adolescente al que le guste leer y quiera algo más que vampiros sosainas que se pasan la vida suspirando.

jueves, 9 de junio de 2011

Alejandro Dumas (hijo): La dama de las camelias


Idioma original: francés
Título original: La Dame aux camélias
Año de publicación: 1848
Valoración: recomendable

Esta novela de amor, a caballo entre las corrientes romántica y realista, se encuentra seguramente alejada del gusto del lector actual. Aún así, la trama típica de chico-conoce-chica no deja de ser curiosa, ya que la chica en cuestión no es una joven pura y virginal, digna de todas las alabanzas de su amado, sino una mujer de vida entretenida. De vida alegre. Una mujer pública.

Y es que, hablando en plata, Margarita Gautier es una prostituta. Las camelias del título hacen referencia al ramo de flores que la dama llevaba consigo en todas sus apariciones públicas: cinco días al mes, las camelias eran rojas; el resto del tiempo, blancas. (Y, aunque ahora, al leer esta reseña, podáis pensar "Buah chaval qué obvio", la consigna aparece tan velada en el texto que habría mucha gente que no la pillara... como de hecho le ocurrió al amigo que me recomendó la novela).

No obstante, el punto de vista desde el que se nos refiere esta triste historia no es el de Margarita sino el de su amante, Armando Duval (al loro con los nombres telenovelescos). Todo ello, enmarcado a la vieja usanza por un narrador al que el propio protagonista confía los hechos y que se decide a ponerlos por escrito para dar cuenta del excepcional ejemplo de esta cortesana que fue capaz de renunciar a su vida de lujos, deudas y orgías por amor a un hombre.



Por eso, yo diría que la novela es romántica no solo en su temática sino en su conclusión: el amor es, para Margarita Gautier, una fuerza redentora capaz de lavar de un plumazo los pecados de toda una vida de excesos.

En mi opinión, lo que Dumas hace con esta novela es humanizar la figura de la cortesana. Critica la hipocresía y la falsa amistad que se les prestaba a estas mujeres, que podían vivir rodeadas de admiradores y morir en la más absoluta soledad una vez perdida la belleza que las dotaba de valor.

La sencilla prosa de Alejandro Dumas, hijo del afamado Alejandro Dumas autor de Los tres mosqueteros o El conde de Montecristo, es cautivadora: el lector sabe desde la primera página el final de la historia y aún así necesita seguir leyendo para desentrañar el cómo y el por qué de semejante término.

miércoles, 8 de junio de 2011

Ana María Matute: La torre vigía

Idioma original: español
Año de publicación: 1971
Valoración: está bien

Ana María Matute es, para mí, un caso excepcional: su persona, o su personaje público (esa abuelita dulce y entrañable de voz quebrada y sabiduría secular) es más conocida y reconocible que su obra, que me atrevería a decir que es casi desconocida para el gran público. Creo que es imposible no adorar a la Matute-personaje: la vemos en entrevistas, en programas de televisión y ahora, durante la reciente entrega del Premio Cervantes, y no solo dice cosas interesantes, sino que las dice con sencillez y humildad, sin darse importancia, como asumiendo que son cosas conocidas por todos y que ella solo lo pone en palabras. En cambio, reconozco que (como la mayor parte de la gente) de ella solo he leído Olvidado Rey Gudú (hace años, y recuerdo que me gustó mucho). Así que hace unos días me compré esta novela para ampliar mis lecturas de la Matute-novelista. Y bueno, no está mal, pero sin duda no debe de ser de las mejores suyas.

La Torre Vigía se sitúa en el mismo mundo, esa Edad Media más épica, mítica o fantástica que propiamente histórica, de Olvidado Rey Gudú (que de hecho, junto con Aranmanoth, forman la "trilogía medieval" de la escritora). Caballeros y escuderos, condes degenerados y condesas lascivas, bárbaros salvajes, violencia y animalidad son los elementos fundamentales de la ambientación. Por momentos, parece mentira que la adorable señora que nos habla en las entrevistas sea capaz de escribir sobre realidades tan brutales.

La historia, por lo demás, es escasa: el proceso de encumbramiento -inesperado y fugaz- del último hijo de un decadente señor feudal de cuarta fila. Hay en toda la narración un ambiente misterioso, casi místico, pero difícilmente se podrá calificar esta obra como "novela fantástica": no se encontrarán en ella elfos, dragones o hadas, ni magia ni ningún otro elemento sobrenatural. Y si embargo, sí parece intuirse que hay fuerzas poderosas (¿los dioses antiguos?) que mueven los destinos de los hombres.

En todo caso, la novela está fuertemente marcada por un aspecto que a mí me deja algo desconcertado: el estilo, arcaizante, recargado y por momentos incluso pedante. Como digo, no he leído más novelas de Ana María Matute (y casi no me acuerdo de Olvidado Rey Gudú) así que no puedo saber si, como sospecho, se trata de una elección premeditada para contribuir al tono medieval de la historia. En todo caso, dado que la novela está narrada por el propio protagonista, produce un efecto extraño y algo inverosímil: ¿cómo es posible que un guerrero brutal y de educación muy limitada emplee un estilo y un vocabulario tan elevado y solemne? Supngo que es mejor no pensarlo demasiado y aceptarlo como es.

En resumen, esta novela no me saca de dudas: sin ser una mala novela, y a pesar de su originalidad en el panorama de la narrativa española contemporánea, muy poco dada a la fantasía, no justifica la fama de su autora, que debe de estar fundamentada en otras obras. En todo caso, la Matute-personaje bien se merece que sigamos dándole oportunidades a la Matute-escritora, así que en cuanto pueda, me leeré otras novelas suyas, a ver. Y lo contaré aquí, claro...


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