martes, 5 de junio de 2012

Alberto Olmos: Ejército enemigo

Idioma original: español
Año de publicación: 2011
Valoración: se deja leer

He tenido un dilema a la hora de valorar, según nuestros parámetros, esta última novela de Alberto Olmos. Porque al terminarla tuve la sensación de que había estado leyendo tres libros distintos, con tres contenidos distintos y con tres maneras distintas de contar. Y cada uno de esos tres libros me pedía, honestamente, tres valoraciones diferentes: recomendable, se deja leer, decepcionante. Finalmente, he optado por la segunda, al considerarla la más ajustada a la realidad y la más salomónica. En todo caso, era importante dejar claras mis dudas y mis reservas.

Ejército enemigo gira en torno a Santiago, un publicista ruin, cobarde y cínico que vive precipitado por una inercia de la que no sabe, o no quiere escapar: sin relaciones afectivas sinceras, con una sexualidad furibunda y viciosa y una obsesiva capacidad crítica. Malvive en un barrio hostil, tiene un trabajo insatisfactorio y gran parte de su tiempo lo dedica a navegar por internet o discutir con algún medio amigo. Al comenzar la novela uno de estos amigos, vinculado a los movimientos sociales e indignaciones varias de nuestro tiempo, muere en extrañas circunstancias. Eso dispara la acción: Santiago entrará de lleno en la vida privada del muerto, descubrirá secretos que no debían ser revelados, investigará las causas de su muerte, etc.

El primer libro es el que más me gustó y es el que permite al autor, a través del narrador, hablar de todo tipo de cosas que están ahí y de las que poca gente habla. Sus teorías y reflexiones sobre numerosos temas (internet, sexo, muerte...) son, por lo general, radicales; algunas veces, ingeniosas; en ciertos momentos, agudísimas. La trama, en este sentido, es una excusa para hablar en voz alta sobre lo que sea, mientras Santiago, el protagonista, hace y deshace sin que nos importe. Por este motivo, pensé que muchas de las ideas que se ponen sobre la mesa tendrían cierto interés en otro formato, cibernético o en papel, pero desde luego no en forma de novela. Quizá artículos de opinión, o un blog, u otra cosa.

El segundo libro me gustó menos, pero "se deja leer", como decía, y es el que entronca con el tema de la solidaridad contemporánea, la conciencia ciudadana, los movimientos sociales, los quinceemes de toda índole y la perspectiva de futuro, o de presente, que tienen las diferentes tesis para provocar, realmente, un cambio en la sociedad. "Cambiar la mente de los hombres", que rezaba aquel papel fundamental de 1948. Aquí sí que la acción de la novela encaja y se sigue, pues es por boca del protagonista y en conversaciones con personajes secundarios que se emiten distintos veredictos, más o menos discutibles, sobre la importancia y capacidad de estos movimientos sociales. Siendo Santiago un cabrón despiadado, como es, es fácil intuir qué opina y cómo los siente de cercanos. En todo caso, una buena hostia se rifa durante todo el libro, y en algunos momentos crees que ciertos puntos se han tratado de forma superficial, es decir, que se podría haber "rascado" un poco más.

El tercer libro me pareció decepcionante, insípido: es la trama "negra", la peripecia detectivesca del protagonista que trata de resolver un crimen y se deja llevar por un torbellino de pistas, de emails contradictorios, de misterios. Desgraciadamente, gran parte del peso de la novela recae sobre este punto, sobre todo la última parte, y el embrollo, que comienza con algún interés, se desinfla y pierde sustancia, camina por tierra de nadie y termina, todavía peor, en ningún sitio. Como si el narrador se perdiera, o mejor: como si hubiera perdido el interés por su historia. La propuesta de conclusión no tiene color ni brillo, se queda coja, y lo que pretende ser un giro final que resuma el palpitar último de toda la novela es, para tristeza del lector, inconsistente. Una sensación de vacío tal que faltaran cien páginas, que la edición está castrada, o algo así.

Dado que Olmos escribe fácil y tiene gracia cuando quiere, el libro se sigue hasta el final. Pero la sensación de que las últimas cien páginas se te hacen cuesta arriba es evidente. Y tiene 279.

Otros libros de Alberto Olmos en Un Libro Al Día: Trenes hacia TokioVida y opiniones de Juan Mal-heridoAlabanza

3 comentarios:

Francesc Bon dijo...

Prácticamente suscribiría cada palabra de esta reseña. Un libro banal.

Francesc Bon dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Paula dijo...

Y yo me pregunto, y sin ánimo de ofender a nadie: ¿un buen editor no debería haber detectado estas carencias y aconsejado al escritor para que pudiera suplirlas?

Desde luego, si algún muy hipotético día publico una novela esperaría de la editorial que me asesorara para no quedar con el culo al aire... :)