jueves, 27 de junio de 2013

Ismet Prcić: Esquirlas

Idioma original: inglés
Título original: Shards
Año de publicación: 2011
Traducción: Carlos Milla e Isabel Ferrer
Valoración: Muy recomendable

Tomar perspectiva es importante. Tirar de los recuerdos personales, a efectos literarios, un recurso eficaz. Denunciar situaciones injustas, aunque sean pasadas algunas décadas, completamente legítimo. Situaciones de hipocresía: la mundial, sí, que dejó fluir un conflicto como el balcánico, complejo, absurdo, cruel, a tenor de lo leído en el libro, previsible por la mera intuición. La duda que asalta al lector cuando lee un libro intenso y vivido como Esquirlas es qué le queda por decir a su autor después de escribirlo. Una carrera basada en segundas partes o terceras del libro es difícil, pues uno tiene la sensación de vaciado. Una apuesta por cambios tajantes de trayectoria siempre será desigualmente recibida: tras cerrar el libro, uno desearía cien páginas más, de lo mismo. 
Ismet Prcić es otro de esos autores que ha acabado arraigándose en Estados Unidos y allí ha desarrollado su talento. Puede que esta obra marque su carrera, claro, pero desde las primeras páginas la sensación de que lo más alejado de la voluntad de Prcić es dejar ni un solo detalle en el tintero es total. Lo cual es una excelente noticia para quien se haga con esta magnífica obra, intensa como pocas como reflejo, parece, de experiencia personal. Parece, entonces, porque, como el Javier Cercas de La velocidad de la luz, (otra gran   novela de ex-combatientes) Prcić juega con el lector, que se lanza a especular si esa es realmente la narración de su experiencia, si la adereza con las de otros seres conocidos o imaginados, aunque quede muy claro que los detalles truculentos, aislados en la trama pero presentes en todo el fondo de la lectura, no tienen nada de imaginarios.
Entonces ese desdoblamiento entre Ismet, inquieto y sensible, y Mustafá, aparente alter-ego militante y combatiente vertebra el libro y toma protagonismo: Esquirlas no es una novela de guerra con heroicos actos  que quedan sin reconocimiento. Es una novela de malvivir en medio de una ciudad en la que llueven los obuses, de intentos mal llevados de normalidad, de precipitación espontánea de la realidad, antes que de pretendida y cansina fábula moralizante. Es una novela que muestra las brechas de la Europa idílica de finales del siglo XX, la de la caida del telón de acero que nos iba a convertir en una enorme mercado global. Por esas brechas fluye sangre, sudor y bilis.
Jóvenes a los que la guerra se les presenta en el horizonte de futuro incierto, que deja de serlo, para ser tristemente cierto. El conflicto significará el brutal corte con su realidad y los convertirá en testigos de hechos que les perseguirán: acabará con su vida, hará desaparecer a sus amigos, cortará de cuajo sus historias de amor adolescente, y les convertirá, con suerte, en eternos supervivientes, en nómadas y en seres llenos de sombras.

Triunfo absoluto de Blackie Books, por cierto. Si no está en las listas de lo mejor del año, va a ser muy injusto.

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