sábado, 1 de julio de 2017

Paul Davies: Un silencio inquietante

Idioma original: inglés
Título original: The Eerie Silence
Traducción: Joan Lluís Riera
Año de publicación: 2010
Valoración: Se deja leer (aunque para interesados subiría al menos a Recomendable)


Vaya, estos chicos de ULAD ya no saben qué poner. Ahora vienen con un libro sobre ovnis o extraterrestres. Igual hasta de serie B, o esos libritos de divulgación que acompañan a los dominicales. Pero espera un momento. Este Paul Davies es un físico famoso, con trabajos en los campos de la cosmología, la teoría cuántica de campos, y la astrobiología (Wikipedia dixit), uno de esos cerebritos a los que parece sobrarles el tiempo, están en mil sitios a la vez y se dedican a publicar libros y artículos para hacer partícipes a los ciudadanos corrientes sobre asuntos más o menos relacionados con su ciencia –o para hacer caja. 

Davies trabaja en el SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence, Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre), así que por ahí iban los tiros. El SETI es un organismo privado, de esos que se mantienen con fondos de ricachones modernos (le pega por ejemplo a Branson, Bezos, o quizá a magnates rusos o chinos) y, como su propio nombre indica, se dedica nada menos que a buscar vida inteligente fuera de la Tierra (dejaremos el chiste sobre la vida inteligente en nuestro propio planeta). Digamos que diversos grandes telescopios exploran el espacio en busca de una señal que nos indique que no estamos solos. Davies entra a definir las posibilidades de que eso ocurra, y en eso se entretiene en la primera parte del libro.

El razonamiento se apoya en la llamada ecuación de Drake, que es una ecuación más conceptual que matemática según la cual las posibilidades de encontrar vida inteligente en el espacio exterior depende de una serie de factores que, simplificando, serían el número de estrellas y planetas idóneos, y la fracción de éstos en que cabe suponer que surja vida, que ésta sea inteligente y que sea capaz de comunicarse a través del espacio (luego habrá que añadir la supuesta voluntad de hacerlo).  Vamos, pura lógica, aunque la conclusión es más bien desoladora para los entusiastas del género: las posibilidades de que todas estas circunstancias concurran, y que además seamos capaces de detectar las hipotéticas señales, se aproximan peligrosamente a cero. Luego retomamos esta idea.

Davies va desgranando cada uno de los elementos de la ecuación –que en realidad son siete- y en esa tarea es donde el libro resulta francamente interesante. Por ejemplo, la ciencia actual da pistas sobre qué es necesario para que exista vida (ventana de temperaturas, existencia de agua o carbono, etc.) pero, dadas esas condiciones idóneas, no tenemos ni idea de si la vida es un fenómeno corriente o excepcional, ni siquiera por qué se genera o no. Tampoco sabemos por qué surgió en la Tierra, ni si lo hizo una sola vez o varias, o si existen otras formas de vida completamente diferentes de todo lo conocido. Insisto en que esta parte del trabajo resulta atrayente y está muy bien expuesta, siempre enraizada en conceptos científicos y muy lejos de la infantil retórica ‘ovni’.

Siguiendo con la ecuación, se exploran las posibilidades de vida inteligente y, más concretamente, de civilizaciones que hubieran alcanzado el conocimiento científico. En este punto, se incluye una interesante reflexión sobre el motivo por el que la ciencia nace como tal precisamente en Europa, y no en otros lugares o épocas, lo que Davies atribuye a la confluencia de la filosofía griega con las religiones monoteístas. De ahí pasamos al posible desarrollo tecnológico de esas supuestas civilizaciones y a la opción real de comunicar con ellas. Como aquí cada vez nos adentramos más en la especulación y nos alejamos de la ciencia positiva, entiendo que el nivel del libro decae. Davies, aunque siempre lejos del panfleto sensacionalista, parece dejarse llevar por las ensoñaciones del famoso Carl Sagan, y se diría que ve el momento oportuno para darle al libro un tono más comercial. Pero como justamente lo que me venía atrayendo era el anterior perfil, riguroso y menos colorista, la verdad es que esta secuencia de entelequias extraterrestres, cerebros matrioshka y ciborgs al mando de cometas dirigidos me empieza a fastidiar un tanto.

Pero, como decía unos párrafos atrás, lo que no puede dejar de llamar la atención es: si Davies participa (o dirige, no sé) ese proyecto SETI para captar señales de vida inteligente en el espacio exterior, y él mismo, según explica, considera que las posibilidades de éxito de esa (tan costosa) empresa son prácticamente nulas ¿por qué demonios sigue adelante? Bien, tampoco nos pongamos cáusticos. El profesor reflexiona justamente sobre ello en la parte final del libro, confiesa con honestidad su escepticismo y, no obstante, explica que merece la pena perseverar en la tarea porque, por pocas que sean las opciones de éxito, el contacto supondría el mayor acontecimiento en la historia de la Humanidad.

Por mi parte diré que, aun desconociendo quién paga ese proyecto, mientras no se detraiga de fondos públicos necesarios para cosas más urgentes, tampoco me parece mal que se insista en ello. A lo mejor sirve para obtener algún progreso científico y, en todo caso, es útil para entretenernos con estas cosillas y este tipo de textos, ahora que viene el verano. Y, si nos interesa el tema, desde una perspectiva un poquito seria, el libro está bastante bien.

P.S. Por lo visto, hace unos días circuló por ahí un video de Anonymous en el que se anunciaba que la NASA estaba punto de comunicar al mundo la existencia de vida en algún planeta o satélite. Luego se ha comentado que en realidad la 'noticia' era una tergiversación de ciertas declaraciones de un científico. Quede constancia del asunto, para que se vea que en este blog estamos al tanto de la más rabiosa actualidad, ea!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No se escribe punto en las fechas. Norma académica.

Carlos Andia dijo...

Gracias. Corregido queda.

El Puma dijo...

No minimices el impacto de esta clase de libros, Carlos.

A comienzos de los años 70 cayó en mis manos "Recuerdos del futuro", de Erich von Daniken, uno de los padres fundadores de las teorías sobre presencia extraterrestre en la Tierra. Siendo un niño, fue tal la conmoción que me causó su lectura que decidió mi vocación: sería ingeniero aeroespacial, y trabajaría en la NASA para construir naves que saldrían a la búsqueda de vida alienígena.

Parte del sueño se cumplió, el resto no. Pero quién me quita lo bailado, no es verdad?

Gracias como siempre por tu amena reseña!

Carlos Andia dijo...

Madre mía Erick von Daniken no era el del triángulo de las Bermudas? De crío me sabía de memoria todas esas movidas, me fascinaba. Hacía siglos que no leía libros de esos temas y este, la verdad, me ha parecido bastante interesante y serio, al menos una buena parte de él.
Muchas gracias por tu amable comentario
, Puma, un placer

Anónimo dijo...

El proyecto SETI cuesta nada o muy poco a los contribuyentes americanos. Es una iniciativa 100% científica, en la que colaboramos humildemente miles de voluntarios de todo el mundo por el procedimiento de la computación distribuida. https://setiathome.berkeley.edu/
Solo hay que instalarse un pequeño programa en el ordenador y dejarle que trabaje solo, en segundo plano, sin molestar para nada. Él se encarga de descargar pequeños fragmentos de información, procesarlos y devolver el resultado al servidor del proyecto. Soy escéptico y consciente de que estamos buscando una aguja en un pajar casi infinito, pero como no cuesta nada... pues eso.

Carlos Andia dijo...

Pues me parece súper interesante tu aportación. Había oído hablar de esa iniciativa de colaboración múltiple pero no lo identificaba con el SETI y es estupendo que nos hayas aclarado el asunto.
Muchas gracias por tu comentario y suerte con vuestra búsqueda, aunque tampoco estoy muy seguro de que quiera que tenga éxito