martes, 4 de julio de 2017

Yaa Gyasi: Volver a casa

Idioma original: inglés
Título original: Homegoing
Año de publicación: 2016
Valoración: bastante recomendable

Ocurre de vez en cuando que irrumpe algún autor que, con su primera obra, sorprende por su atrevimiento, capacidad literaria y valentía. Lo que es menos frecuente es que lo haga a la temprana edad de veintiséis años y con la solvencia suficiente para captar nuestra atención. Este es el caso de la autora novel Yaa Gyasi.

La historia empieza a finales del siglo XVIII. La joven Eiffa, la Bella, espera casarse con Abeeku, el futuro caudillo del pueblo fanti. La única condición es que esté en la edad de ser capaz de engendrar hijos. A petición de su madre, por quien siente un gran temor tras una infancia llena de maltratos, cuando llega la hora esconde su estado físico y, tras la renuncia del caudillo a convertirla en su esposa al temer que no pueda tener hijos, ve como la obligan a casarse con el gobernador del castillo de Costa del Cabo, James Collins. Asimismo, de forma paralela, se narra la vida de otra joven, Esi, perteneciente a la tribu de los ashantis, encerrada en las mazmorras del mismo castillo, junto con otras mujeres prisioneras, después de haber sido capturadas y vendidas a los blancos por parte de la tribu de los fanti.

Este es el inicio de la historia que nos narra la autora. A través de las dos ramas comentadas anteriormente que parten de un mismo origen, Yaa Gyasi nos conduce por las distintas épocas que conforman los últimos siglos de los Estados Unidos. Así, asistimos a la colonización, al tráfico y comercio de esclavos con los ingleses, a la esclavitud en los campos de algodón de Alabama; la autora nos hace testigos también de la época post guerra civil y los trabajos de los negros (inicialmente esclavos) en las minas de carbón y de la lucha por conseguir derechos laborales para quien trabaja en ellas hasta conseguir la formación de los sindicatos en defensa de los trabajadores. La historia narrada sigue avanzando por esos caminos reivindicativos de defensa social, donde se denuncia la esclavitud, las libertades robadas a los negros y las desigualdades por razones de raza, la segregación racial que desencadena constantes huidas buscando la libertad hasta llegar a nuestros días.

De esta manera, de generación en generación, vamos recorriendo la historia de una familia ghanesa y sus descendientes afroamericanos, su evolución en la consecución de las libertades perseguidas a lo largo del tiempo, hasta nuestros días, donde aún hoy se pueden observar reminiscencias de las injusticias del pasado. Con la mirada puesta en todo momento en sus raíces ghanesas, la autora nos narra la lucha hasta obtener la igualdad social y el arduo camino que han tenido que recorrer las distintas generaciones de inmigrantes africanos en Estados Unidos. Y esa lucha, aún hoy, es necesaria contra una parte de la sociedad reacia a ceder su sentimiento supremacista. El mérito de la autora es poner en relieve la situación y recordar de dónde venimos y lo que ha costado llegar hasta aquí. No es momento ahora de ceder en la lucha, hasta que la igualdad sea completa.

La estructura del libro se basa en un capítulo correspondiente a cada uno de los personajes que intervienen, de forma cronológica. Ya en el inicio del libro se adjunta un árbol genealógico de la familia para facilitar su lectura. Así vamos recorriendo la historia de forma cronológica, de padres a hijos y viéndola desde ambos lados: la familia que parte de una situación inicial de poder y la familia que parte de la pobreza y la esclavitud. De esta manera vemos las dos caras de la historia y en orden cronológico. Esta estructura es muy útil, puesto que en todo momento sabemos dónde estamos, pero tiene un gran punto débil y es que, a pesar de avanzar en la historia narrándola a través de la mirada de las diferentes generaciones de una familia, no hay prácticamente vínculos entre la historia de un personaje y la de su descendiente directo, de forma que acaba siendo un conjunto de pequeñas historias prácticamente inconexas y que podrían leerse de forma aislada. Este aspecto le quita continuidad e interés y da la sensación de servir únicamente como vehículo para explicar las diferentes épocas de estos más de dos siglos. Y es una lástima que sea así, porque la envergadura de la historia que la autora nos quiere contar daba para mucho más. La decisión de dedicar únicamente unas veinte páginas por miembro familiar provoca que se pierda conexión y no se llegue a empatizar con los personajes, a pesar de los esfuerzos de la autora en dotar de interés a cada una de las historias contadas (algunas de ellas muy logradas). Así, y a pesar que el inicio del libro es muy prometedor, va perdiendo fuelle a medida que avanzamos a través de las diferentes generaciones. Y es que, para cubrir tantos años de historia, hay que meter mayor volumen de páginas y hacer un libro digno de una de nuestras TochoWeeks, o hacerlo como Philipp Meyer en «El hijo».

Quizá el exceso de ambición lastra la novela de esta autora novel. En cualquier caso, valiente intento por ser la primera novela de esta joven autora que, a poco que mejore ciertos aspectos de su obra no completamente logrados, puede dar de qué hablar en futuras obras. Estaremos pendientes de su evolución.


4 comentarios:

Marcela dijo...

Marc Peig y Koldo! He tenido que salir corriendo a comprar una tarjeta para poder comprar los dos libros de "muy recomendable"!
Lo bueno, es que sé que no me arrepentiré de haberlos adquirido, ya que las dos escritoras de diferentes continentes....Me interesa mucho leerlas. Gracias por mostrar diferentes y nuevas caras en la literatura.
Saludos a los dos!

Marc Peig dijo...

Gracias, Marcela, por la confianza mostrada. ¡Espero que te gusten! Ya nos contarás qué te han parecido y contrastamos opiniones!
Saludos
Marc

Maitane dijo...

Acabo de terminar el libro, me identifico mucho con tu opinión, has sabido expresar con palabras lo que tengo en mi mente ;)

Marc Peig dijo...

Hola, Maitane.
Muchas gracias, celebro que hayamos coincidido y que te haya gustado la reseña.
Gracias por tu comentario.
Saludos
Marc