lunes, 16 de octubre de 2017

Valeria Luiselli: Los niños perdidos

Idioma original: español
Año de publicación: 2017
Valoración: recomendable

Son ciento y pico páginas y se leen en algo más de una hora y media. Certifican que los residentes en los USA, de forma legal o de forma ilegal, ya empiezan a resignarse a vivir en lo que llaman Trumplandia y ya empiezan a concienciarse que la cosa va para largo o algo muy gordo ha de suceder para que esto no sea así. Aunque no culpan solamente al pasado más reciente. Alguna de las normativas que se mencionan a lo largo de estas páginas ya refieren al periodo Obama y no sería justo olvidarlo, mejor, sería muy injusto optar por eso tan correcto de culpar a Trump de todo la malo y a Obama de todo lo bueno.
El subtítulo de este libro es Un ensayo en cuarenta preguntas. Y esas cuarenta preguntas son las que integran un formulario que los niños que cruzan ilegalmente la frontera mexicana y se introducen en los USA han de responder, y sobre esas respuestas la autoridad de inmigración de la land of the free decide qué hacer. Valeria Luiselli, a su vez una inmigrante pero ya con su green card y todo, usó. para escribir este texto que puede ser considerado fríamente como revelador pero podría calificarse, según el día, de "escalofriante", su experiencia como entrevistadora y posterior traductora de las respuestas de los menores . Respuestas en función de las cuales los menores podrían ser repatriados o acceder al status de refugiados. Preguntas que parecen las de esos complejos tests de personalidad en que se pregunta básicamente lo mismo reformulado una y otra vez, pero que vienen a delatar la enorme aura de superioridad (y por tanto desconfianza hacia lo ajeno) de las autoridades de USA, cuestión que, aunque sea comprensible, pasa a un nivel paranoico cuando se habla ya de cuestiones religiosas. Las preguntas no es que vulneren el principio de privacidad y el derecho a la intimidad. Es que no puedo deciros por donde se pasan ese derecho, que me echan del blog. Formuladas a un menor, que puede ser de 5 o de 16 años pero que puede incurrir en un terrible error al contestarlas y que ello, acompañado de poca pericia en algún abogado que ha tomado el caso porque no había otro, acarree con su deportación y con su colocación en el sitio de donde ha escapado, y de su futuro no me hables que no me importa y que pase el siguiente. Los menores huyen de la injusticia o de la pobreza o de las bandas que los coaccionan para que se integren en ellas, a veces han tomado un tren o un autobús (La Bestia) y sus familias se han endeudado no para que persigan un sueño sino para que se alejen de una pesadilla. A veces van a unirse a sus padres que han hecho de avanzadilla. Pero son menores y normalmente han pasado un tiempo expuestos a riesgos ("escalofriante": que el 80% de las menores sean violadas en ese trayecto y que ya tomen anticonceptivos antes de emprenderlo, como pura medida de precaución para que la cosa no "pase" de eso), han recorrido kilómetros a miles y han traspasado más de una frontera.
En fin, el libro nos pone al corriente, con corrección y oficio, de un enorme drama del que la mayoría somos ajenos, y que parece que irá a peor. Como digo más de una vez, muy libres todos de seguir mirando hacia otro lado, por supuesto. Cómo no.

8 comentarios:

Dr. Fabián dijo...

Se me erizaron los pelos de solo leer la reseña. Eso podría traducirse como "escalofriante" no?

Interlunio dijo...

Gracias Francesc por la reseña, sin duda un trabajo muy interesante el de la autora. Comparto todo lo que dices, Trump es el chivo expiatorio por ese proteccionismo que no gusta a medios de comunicación que ponen a Obama por las nubes, pero no inventó nada nuevo. Pienso, la diferencia que tiene con su antecesor, es su mayor descaro para utilizar la posverdad, y algunas medidas que ha tomado por ser un negacionista, muy relacionadas al fenómeno de la emigración: Echar atrás la "lucha" contra el calentamiento global, que ya era escasa antes de él, y quitar los fondos para el único organismo de las naciones unidas que trabajaba por la planificación natal en países pobres, apelando a lo mismo que hicieron otros republicanos anteriores: que fomentaban el aborto.
Aquí en España tampoco podemos tirar cuetes al aire sobre nuestras políticas de frontera. Las deportaciones han disminuido pero subió el número de las que se hacen sin expediente, fuera de las leyes de los derechos humanos. Sin mencionar que las devoluciones en caliente en Melilla ya son más que conocidas. Y también dejando de lado el cementerio que tenemos en el Mediterráneo.
Como bien dices, somos libres de mirar a otra parte. Pero eso también es finito. Hoy hay más de 22 millones de refugiados en el mundo. Los informes del IPCC, hablan de 50 millones para el 2030, 200 millones para el 2050 y 2000 millones para finales de este siglo.
No solo somos libres de mirar para otro lado, también podemos ser escépticos con los datos de la futurologia cientifica del grupo Intergubernamental más respetado del planeta y de la historia. Pero debemos saber que esos estudios son más serios que los que responden y son sesgados por la rentabilidad.
Podemos mirar para otro lado. Negar. Pero como bien dices, la gente no persigue un sueño, escapa de pesadillas y eso no es posible detenerlo.

Serge Latouche afirmaba, que el expolio de las tierras y materias primas eran el segundo peor mal que le hacíamos a los países subdesarrollados. El primero, el peor, fue, es, hacerles creer que sus formas de vida no son las correctas, que la felicidad está aqui, en nuestras libertades y escaparates.

Gracias, como siempre, por el espacio.

Un saludo.

Lupita dijo...

Hola. Vaya tema y vaya reseña, Francesc. Precisamente, en el último libro de Isabel Allende (que acabo de leer) tiene un gran peso el tema de los migrantes, y, en concreto, el caso de una chica guatemalteca que huye de la venganza de una mara.
Y, por otra parte, y sin querer desmerecer a nadie, le digo a Interlunio que me encanta leerle, pues sabe poner en palabras lo que siento respecto al orden social y los posibles escenarios futuros.
Y una última apreciación; si bien es cierto que se mira para otro lado, también lo es que ahora tenemos noticias de todas partes del mundo. La capacidad de acción del ser humano es limitada, como la de abarcar conocimiento de todo lo que sucede. Creo que cada cual actuando en su lugar y acometiendo sus responsabilidades puede hacer más de lo que hace. ¿Cómo es? Piensa global y actúa local? Yo pienso que nada de lo humano me es ajeno, pero tenemos que seguir con nuestra vida diaria. En mi caso , lo consigo porque no veo los informativos en la televisión. Las imágenes de violencia me trastornan hasta tal grado que la sensación de frustración me asfixia.
Intento aportar lo que puedo, a mi nivel, sabiendo que existe todo eso, implicandome como puedo, pero también debo protegerme para poder seguir siendo una persona estable.
En fin, un comentario personal, mal explicado de una persona que intenta sobrellevar como puede el equilibrio inestable que existe entre el conocimiento de la realidad y la búsqueda del optimismo vital. Muy difícil.

Lupita dijo...

Sólo un apunte. Este tema tiene una gran importancia en el último libro de Isabel Allende, que por este blog tiene gran "acogida"
Me ha encantado la reseña, Francesc, pero ya me imbuyo tanto en todo que creo que no es el momento.
Por otro lado, y sin hacer de menos a nadie,cómo me gusta leerte, Interlunio, qué capacidad de análisis y de síntesis.¿Eres sociólogo?
Y, por último, todos miramos un poco para otro lado, es inevitable hacerlo en algún momento. Si ahora sabemos lo que pasa en todo el mundo, y somos medianamente sensibles, ¿ nos echamos todos los males de todos a las espaldas?¿Nos suicidamos en grupo?
Para no perder una mínima esperanza en el futuro, a veces tenemos que poner un límite a los horrores que somos capaces de soportar. No digo que esto esté bien, digo que es supervivencia. Si alguien ha estado con un soldado con estrés postraumático tras una guerra sabrá de lo que hablo. Yo, personalmente, lo paso tan mal , que ya no veo los telediarios.
Un saludo

Interlunio dijo...

Muchas gracias, eres muy generosa. No, no soy sociólogo, en la juventud me recibí en enfermería. Ya de viejo, me puse a estudiar ciencias ambientales desde hace varios años. Me gusta sentirme ambiéntólogo, porque llevo años en esto, pero técnicamente aún no lo soy, me quedan materias por rendir.
Te agradezco especialmente el elogio sobre la capacidad de análisis, se supone que nos dedicamos a eso, analizar y relacionar factores. Descartar los simplismos. La carrera es mitad letras y mitad ciencias y números. Sociología, historia, legislación, planificación, etc. Y geología, biologías, química etc.
Se supone que de "todo" debemos saber un poco, y se sabe que de "nada" sabemos lo suficiente como para hacer los aportes que pueden hacer los especialistas de cada rama. Nos dedicamos a mediar entre científicos, ecologistas, políticos, población, causas y consecuencias. No somos muy reconocidos porque la RAE se tiró seis años de nuestros reclamos para aceptar darnos un nombre. Recién desde 2014 lo tenemos.

Sobre tu reflexión: Lo mínimo que podemos hacer, es valorar que tenemos mucha más fortuna que la que tuvieron nuestros abuelos, e infinitamente más de la que tendrán nuestros nietos. Nosotros podemos elegir no cambiar, pero las próximas generaciones se verán obligadas a hacerlo. El siglo XX ha sido magnífico en la conquista de derechos y avences científicos, pero también ha sido un experimento a escala mundial. No podemos cargarnos el mundo a nuestras espaldas, como bien dices, pero aprender que todo tiene un precio tampoco nos va a venir mal.
Mínimo, valorar y educar en apertura de miras, consideración y juicio propio con lo que nos rodea y lo que somos (en este blog se hace, pero este blog sale de la norma general en varios aspectos, afortunadamente).

Gracias otra vez.

Lupita dijo...

Hola de nuevo. Más que simplificar me refería a ser capaz de dar un enfoque didáctico a la exposición.
Haces referencia a la generosidad, hay que ser agradecido, sobre todo con los que tenemos a nuestro alrededor. Una de las frases que menos me gustan de nuestra sociedad es "porque yo lo valgo" Si todos lo valemos y nos merecemos lo mejor, ¿dónde quedan los demás? ¿Cuál es el listón que establece lo básico que yo me merezco?
A partir de esas cuestiones, el futuro no se presenta muy optimista.
Un saludo y gracias

El Puma dijo...

Interesantísimo tema aborda este pequeño libro de 100 páginas. De suprema actualidad en todo el globo.

Un lujo leer la reseña y los comentarios que preceden a este.

Coincido contigo, Interlunio. Este blog se aparta de la media. A Dios gracias.

PD: la semana pasada escuché en Buenos Aires al conferencista Alex Rovira. El futuro ya llegó. No podemos mirar para el costado.

Francesc Bon dijo...

Muchísimas gracias por los comentarios y los halagos (que procuramos solamente creernos un poquito) a este blog. Y a apuntarme este tal Alex Rovira, del que nada sé.